En el corazón del Carmelo arde un fuego antiguo, un fuego que no se apaga: es el celo ardiente del profeta Elías, padre espiritual de todos los carmelitas, hombre de Dios, centinela del silencio y la fidelidad. El Carmelo nace en la tierra que lleva su nombre, el monte donde Elías oró, luchó, escuchó y se dejó transformar. En él se entrelazan la pasión por Dios y el compromiso con su pueblo. No es solo un personaje del pasado: Elías es un principio, un manantial que sigue dando agua fresca a todos los que buscan al Dios vivo. Un hombre de fuego y de silencio Elías es conocido por su fuerza profética: desafía a los poderosos, defiende la alianza, denuncia la injusticia. Pero el Elías que inspira al Carmelo no es solo el que clama fuego desde el cielo, sino el que se deja evangelizar por la brisa suave en el Horeb. Allí aprende que Dios no está en el estruendo, sino en el susurro, y que el verdadero celo se alimenta en el silencio. Los carmelitas, y todo cristiano que se abre a esta espiritualidad, encuentran en Elías un modelo de vida interior: de escucha atenta, de...