CARMELO JOVEN DESCALZO
«Joven, a ti te digo: Levántate» (Lc 7, 14).
Estas son las palabras que pronunció Jesús ante el cuerpo sin vida de aquel joven al que llevaban a enterrar. A la puertas de la ciudad de Naín, su madre y todos los presentes fueron testigos de aquel milagro. El joven revivió al recibir las palabras de vida que Jesús le dirigió. A continuación Jesús entregó al joven en brazos de su madre. ¡Qué feliz reencuentro!
El Papa Francisco quiso hacerse eco de este episodio en la exhortación apostólica dirigida a los jóvenes Christus vivit y, sobre todo, sirvieron de hilo conductor al mensaje de la Jornada Mundial de la Juventud del pasado día 5 de abril de 2020. Son muchos los jóvenes que como el hijo de aquella viuda han escuchado la Palabra de Dios.
Son muchos los que se han sentido revivir por la gracia de Dios y han alegrado inmensamente el corazón de sus familiares, amigos y de tantos y tantos seres humanos a los que les faltaba la esperanza. Hoy Jesús sigue sintiendo compasión ante las lágrimas de sus hijos y quiere, a través de la sonrisa y espontaneidad de nosotros, los jóvenes, llenar este mundo de ilusión, de esperanza, de vida.
Si miramos a las figuras del Carmelo también a ellos les fueron dirigidas palabras semejantes a las de aquel joven: María se levantó y fue a visitar a su prima Isabel (cf Lc 1, 39); José se levantó y tomó a María y al Niño para salvarles la vida (cf Mt 2, 14); el profeta Elías fue visitado por el ángel del Señor cuando estuvo tan angustiado que se deseó la muerte (cf 1 Re 19, 4 – 8).
Los jóvenes del Carmelo nos sentimos privilegiados, porque somos conscientes de que hemos sido mirados con misericordia por Dios; sentimos en nosotros también los mismos ímpetus de ayudar a Jesús a salvar almas que sintieron Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresita… Somos receptores de un don que va más allá de nosotros y que no puede quedarse escondido bajo el celemín, sino que Dios quiere que iluminemos a todos los de la casa (cf Mt 5, 15).
Querido amigo o amiga que hoy lees estas letras, queremos compartir la alegría de sentirnos vivos, muy vivos, y te invitamos a que nos conozcas. Es verdad que nuestras obras a los ojos del mundo son insignificantes, casi irrelevantes, pero eso es porque el mundo no le ha conocido (cf Jn 17, 25). Somos jóvenes que intentamos vivir la alegría y sencillez del Evangelio según el espíritu de familia que Santa Teresa de Jesús quiso que sus hijas e hijos vivieran: oración, amor de unos con otros, desasimiento de todo lo criado y humildad.
Si deseas conocernos puedes escribirnos a delegadopjocd@gmail.com. También puedes visitar nuestra página de recursos pastorales www.elbastondeteresa.es Te esperamos.
EN PORTADA

«¡Señor mío y Dios mío!»
Durante toda esta semana, la Octava de la Pascua, hemos estado recordando y celebrando los hermosos relatos que testimonian los encuentros de Jesús con los suyos. En ellos se reconoce una progresión: de las mujeres, siempre las primeras, que visitan el sepulcro y comprueban que el cuerpo de Jesús no está, pasando por los discípulos que acuden a ver y constatar que Jesús no ha desaparecido sino que ya no está allí, entre los muertos, sino que vive. En estos primeros encuentros no lo "ven" (Él no se deja ver) pues es necesaria la fe o una sospecha positiva de que lo increíble, aunque anunciado por Él, ha sucedido. Quien persevera, como María Magdalena, en su búsqueda de amor por Cristo, lo acaba encontrando y lo mismo, una vez más en primer lugar, las demás mujeres. Por fin, y es a donde hemos llegado ahora, Jesús "se deja ver", se muestra en medio de su comunidad y además lo hace o bien en el mismo día de la Resurrección (el primer domingo) u ocho días después, también en domingo, entonces. Desde el mismo comienzo, el hecho de ver y encontrar a Jesús se relaciona con el...