DELEGACIÓN
En el año 1992, los Carmelitas de la antigua provincia de Aragón y Valencia decidieron comprometerse en una nueva experiencia de Misión. África nos llamaba y quisimos responder, fiándonos más de la Providencia que de nuestros recursos humanos y materiales, más bien escasos.
El lugar elegido fue Burkina Faso, uno de los países más pobres y empobrecidos del África Occidental subsahariana. En el verano de 1992 son enviados los Padres Enrique Lassa, Eloy Villaescusa y Espirindio Ruiz. Acogidos en primer término por nuestras hermanas Carmelitas Descalzas de Moundasso (a unos 8 kilómetros de Dedugú, donde ahora se asienta nuestra Misión), fueron superando las dificultades y contratiempos normales en cualquier aventura fundacional… y muchos otros que surgieron sobre la marcha. La razón: la Orden masculina no existía en aquellas tierras. Razón y lugar determinan el proyecto de vida: evangelizar desde el Carmelo de Teresa y Juan de la Cruz.
Comenzaba así el largo y laborioso proceso de la inculturación, el esfuerzo vital por acoger a aquellas personas, nuestros hermanos, y su modo de vida y al mismo tiempo, dejarse cambiar y evangelizar por ellos. De la hospedería de las Hermanas, se pasó a vivir de alquiler en una casa muy cercana a uno de los barrios de la «ciudad» (mejor decir «núcleo urbano») de Dedugú, cuya capilla, dedicada a la Sainte Trinité había confiado el Obispo al cuidado pastoral de los Carmelitas.
Es el momento de buscar un terreno donde edificar el futuro convento. Al mismo tiempo las ideas que los misioneros traen desde España y las circunstancias concretas, van conformando el proyecto de vida: estamos en Burkina Faso para contribuir a la vivencia de la Espiritualidad en esta diócesis concreta (Dedugú) y para trabajar en la implantación de la Orden carmelitana en estas tierras. El contexto aporta otras dos notas no menos importantes: la atención pastoral a este barrio que ya podemos llamar de la Trinidad y el trabajo social, imprescindible para hacer más creíble el anuncio del Evangelio. Desde el primer momento acuden a nuestra casa gentes necesitadas de ayudas inmediatas o a más largo plazo. También desde el primer día la ayuda desde España comienza a fluir, de modo declarado o anónimo, pero fiel constante.
Después de muchas conversaciones entre el ayuntamiento de Dedugú y la diócesis, se nos concede un terreno al lado mismo pared con pared del colegio de las Hermanas de la Consolación, y se inicia la construcción de los primeros edificios de lo que hoy es la Misión: una primer módulo de habitaciones (para los religiosos y para ejercitar el deber, aquí imprescindible, de la hospitalidad), la sala de estar, la cocina, la cochera, etc. El camino aparecía claro, ahora «solo» había que recorrerlo.
BURKINA FASO (DEDOUGOU)
COSTA DE MARFIL (ABDIJAN)
TOGO (LOMÉ)
EN PORTADA
Jueves Santo
Tarde misteriosa ésta del Jueves Santo. Una gran distancia parece instalarse entre Jesús y sus discípulos, a pesar de que están juntos y se preparan a cumplir el gran banquete de Pascua. Jesús está a punto de dar su vida, y -según el evangelio de Lucas- parece que el litigio sobre quién es el más grande entre los discípulos tuvo lugar precisamente durante esta última Cena (¡curiosa contradicción!). Jesús se da cuenta de que nadie (quizá solo Judas) ha comprendido la gravedad de la situación. En ese contexto solemne, litúrgico, Jesús realiza gestos llenos de significado: parte el pan, comparte el vino: «este soy yo» -dice- y pide a los suyos que repitan ese gesto hasta el final de los tiempos, en su memoria. Comen todos. Beben del cáliz, sin entender demasiado el lenguaje criptado del Maestro que hoy parece más cansado de lo habitual. Así comienza Jesús su Pasión. La sangre que mañana -Viernes Santo- brotará de sus heridas, se mezcla con este vino de hoy, signo de alianza eterna, de una vida y un amor llevados hasta el extremo. Lo importante es quedarnos con sus...