Castillo de Cristal

12 abr. 2025 | Actualitat

El músico y compositor albense Jaime Jiménez Pérez ha compuesto una pieza dedicada a santa Teresa de Jesús con un estilo único y singular en cuanto a la musicología teresiana se refiere. No se parece ni asemeja a ningún otro himno compuesto hasta el presente. La belleza de la pieza invita al espectador a abrir los oídos del cuerpo y, sobre todo, los del alma, para sumergirse en su propia belleza personal descrita por la santa en su Castillo Interior. En el transcurso de la interpretación de la obra, se nos llama a recrearnos en las moradas interiores de nuestro propio castillo vital con libertad y llaneza teresianas, para contemplar la belleza de Dios en nosotros siguiendo el consejo de la escritora más universal de todos los tiempos.

El castillo interior o las Moradas es, sin duda, la obra cumbre de la Santa, una de las más grandiosas creaciones de la literatura universal, escrita en la madurez de los sesenta y dos años, en la cúspide ya de la vida mística, como síntesis de su vida espiritual reducida a símbolo y camino. Comenzó a escribirla en Toledo el 2 de junio de 1577 y la concluía en Ávila el 29 de noviembre de ese mismo año, pero con una interrupción de “casi cinco meses”, dice ella (5M 4,1).

La obra teresiana está estructurada por moradas y éstas por capítulos. Las distintas moradas son áreas de la personalidad humana “un castillo todo de un diamante o muy claro cristal” (1M l, l) desde lo más externo a lo más profundo. Con la acción de Dios en el alma, que va penetrando por el ejercicio de la oración, todo el ser se va redimiendo. Recorrer vitalmente las distintas moradas del castillo interior es seguir el proceso para convertirse en persona, que se eleva y engrandece en la medida en que se sumerge dentro de sí al escuchar la magnífica pieza compuesta por Jaime.

Las siete moradas del castillo de cristal son siete grados de perfección humana y sobrenatural, situaciones de la vida, desde la primera, la más imperfecta, hasta la séptima, en la que se realiza la total transformación en la unión con Dios. La oración es el camino, el hábitat dónde se realiza el cambio.De modo sincrónico, el espectador comprueba un antes y un después al sumergirse en la belleza musical de la pieza que nos ocupa, que se va perfeccionando musicalmente en el transcurso de la misma hasta llegar a la cumbre final, transformando y elevando a lo teresiano a quien la escucha por la belleza que le transmite.

P. Miguel Ángel González, Prior OCD de Alba de Tormes y de Salamanca