Conviví con el P. Serafín durante seis años, ininterrumpidos, esto es, durante dos trienios (1981-1987) en nuestro convento de San Fernando (Cádiz).
En este tiempo lo traté lo que pude; él, experimentado en el lugar; yo, novato; él párroco y suprior; yo, echando a andar en aquel lugar, ocupado en el Colegio y a ratos dando una mano en la parroquia con la confirmación y algunas suplencias. En fin, en la misma comunidad donde percibí, me parece, cómo lo que se le daba mejor al Padre Serafín era el confesionario, el trato con los colaboradores parroquiales y la pastoral familiar. Con su estilo recortado, parco, silencioso e introvertido no era fácil llegar a él. Gustaba de dar paseos con el coche en algunas tardes de los domingos por el campo y pueblos cercanos, igual que tomar algún refresco, más por complacerme que por su propio gusto, y como padecía de una hernia, prefería no andar mucho. En fin, un hombre ordenado, austero y cumplidor del deber. En la laudes y oración, no fallaba, siempre carraspeaba y con su mantita argentina sobre los hombros, en tiempos de frío. De calefacción en la capilla o en otra parte del convento, nada
En agosto del 1987 comenzó de superior y párroco en Santa Teresa de Jesús, en Badajoz. Yo seguí en las tareas del Colegio Liceo Sagrado Corazón, de San Fernando; ya no fuimos conventuales ninguna vez en la misma comunidad.
Había nacido en Dúrcal, el 10 de junio de 1933. Contento de su patria chica, de los estudios recibidos y de las cosas de su pueblo. Hablaba con facilidad de su madrastra como una mujer buena y serena; lo mismo de sus hermanos, hijos de cada madre . Y de aquí, niño, ingresó en el Seminario Teresiano en Córdoba.
Hizo el noviciado en Úbeda, profesando el día que cumplió los 18 años, el 10 de junio de 1951.
Se ordenó de sacerdote en el Congreso Eucarístico en Granada (Plaza del Triunfo) el 15 de julio de 1958.
Le llegó su primera conventualidad, recién cantado misa en Córdoba. No tuvo que desplazarse mucho para estar al servicio del Colegio Virgen del Carmen, y como ayudante de los estudiantes en el teologado. Y de colegio a colegio. Ahora: San Fernando, Liceo Sagrado Corazón, dedicado a las clases, nuevamente.
En 1965 fue enviado a la República Argentina. Seguro que estuvo en la comunidad de Mar del Plata, que es de la que más se le oía decir algo. De otras, como de paso, decía poca cosa: Azul o Alta Gracia.
De vuelta a la Provincia de Andalucía, regresó a San Fernando (1975) al servicio de la Parroquia de San Servando y San Germán (en nuestro templo conventual del Carmen) y como profesor en el Liceo. La enseñanza y la actividad parroquial no le resultaban cómodas por lo que dejó la primera en 1981, volcándose con la actividad pastoral. Siempre que podía bajaba al templo a confesar a los chicos del colegio, en el desarrollo que estos tenían de su programa de misa mensual. A él le tocó la erección de la nueva parroquia, en la Barriada de La Ardila, desmembrada de la nuestra, y recibiendo el Título de San Servando y San German (23 de noviembre, 1985). La nuestra comenzó a titularse con nombre oficial el que ya tenía como popular: Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Era lo más lógico, y el pueblo así la llamaba. Y como buen hijo de la Virgen, le regaló una imagen de talla (entre otras cosas) de Nuestra Señora del Carmen, de unos 120cms. Para que presidiera los cultos en el nuevo templo, que consagró el altar el obispo D. Antonio Dorado, en ese frío día de noviembre.
Trabajo le costó salir de San Fernando por los vínculos contraídos con la pastoral al ser elegido para Prior y Párroco de Badajoz en 1987; cumplido su trienio pasó de administrador a la Revista Miriam, en Sevilla, permaneciendo unos pocos de años en la Ciudad del Betis, y nueva residencia en Granada, desde los primeros años del 2000. Más tarde, el azúcar, la hernia…la salud se fue complicando dando paso a su traslado a nuestra Comunidad de San José de Burgos (Enfermería)
Su dulce encuentro con el Señor le llegó a mitad de la jornada, del día 11 de octubre del 2019. Por tanto, ha marchado a la casa del Padre con 86 años y 68 de profesión. Recibíamos la noticia de su fallecimiento mientras hablábamos de él en el refectorio, en la comunidad de Úbeda, interesándonos por su salud.
Su entierro y despedida de esta tierra se celebró en el día de la Virgen del Pilar. Ella, cual Madre con su hijo del Carmelo habrá sido la introductora en la vida eterna, nada menos que en el día de su onomástica: ¡San Serafín! Seguro que a los sones celestiales habrá roto con una danza de alabanza y acción de gracias jubilosas.
P. Francisco Víctor López Fernández
