Desde el Desierto de las Palmas

4 abr. 2020 | Sense categoria

Queridos hermanos y queridas hermanas desde el Desierto de Las Palmas os queremos hacer llegar nuestro vivir cotidiano en medio de este confinamiento por la pandemia ya conocida.

Nuestra vida ha cambiado en cuanto a trabajo se refiere ya que las tareas de la casa las hemos tenido que asumir nosotros al dejar de subir nuestros trabajadores que desde el 14 de marzo se han quedado también ellos en casa, por las medidas decretadas por el Gobierno. Por eso estamos cocinando, lavándonos la ropa, limpiando la casa, y cuando el tiempo nos lo permita, nos pondremos también a cuidar el jardín y la huerta. Nos ha ayudado a crear un ambiente más familiar donde todos nos sentimos corresponsables del otro y queda mucho más evidente que nuestro plato se llena de nuestro trabajo y esfuerzo ¡Quién sabe si cuando pase todo, esta experiencia nos ayuda a repensar que quizás estas tareas, o si no todas algunas, las podríamos seguir haciendo nosotros!

Nuestro horario es el mismo de todos los días, aunque por las noches en la recreación, en alguna ocasión, estamos quedándonos para ver alguna película y esponjarnos así la mente y el corazón.

Estamos tranquilos y nos alegra saber que por ahora nuestras comunidades están bien, aunque vivimos con dolor los casos que vamos conociendo y que sin duda nos toca directamente. Especialmente estamos muy unidos a nuestras hermanas Carmelitas Misioneras de la Casa de Oración a las cuales no vemos desde hace también 15 días. Ellas por sus casas de Madrid y Barcelona están recibiendo noticias que hablan de lo cruel que puede ser un virus como el Covid-19, pero desde la oración y en la comunicación por teléfono les estamos trasmitiendo nuestro calor, nuestro cariño y esperanza para estos momentos que nos toca vivir.

Vivimos también con inquietud la situación de nuestras familias y amigos, intentamos compartir con sencillez lo que nos preocupa para "hacernos espaldas" en estos momentos en los que sentirse solo no es lo más aconsejable, por eso, estamos más sensibles a estar cerca unos de otros aunque los momentos de silencios profundos, a veces, no los podemos evitar.

Todo lo llevamos ante el Señor para que sea en Él donde encontremos la fuerza y esperanza para dar sentido a tanto sinsentido, para que fortalezca nuestra alma y podamos estar cerca, desde la oración, de quien más nos necesita. Especialmente presentamos al Señor a todas aquellas personas que durante estos días no reciben ninguna llamada para escucharse que son queridas.

A todos vosotros hermanos y hermanas, os llevamos en el corazón, y nos acordamos de vosotros en cada momento de nuestra oración. Esto nos tiene que ayudar para ser más familia y más hermanos, porque aquí todos tenemos que ser amigos, todos nos tenemos que ayudar y todos nos tenemos que querer. En Él vivamos con esperanza. ¡Feliz Semana Santa! ¡Sólo Dios basta!