En el estadio Rey Balduino de Bruselas, y ante cuarenta mil fieles, el papa Francisco beatificó a la madre Ana de Jesús, carmelita descalza nacida en Medina del Campo en 1545 y fallecida en Bruselas en 1621. Se ha elegido la fecha de su nacimiento el 25 de noviembre como festividad de la nueva beata en el calendario litúrgico.
Una ceremonia que se enmarca precisamente en el viaje apostólico de este pontífice, realizado con ocasión del sexto centenario de la fundación de la Universidad de Lovaina y que ha transcurrido también por el cercano ducado de Luxemburgo.
Una ceremonia que nadie quiso perderse
A la beatificación asistieron los reyes de Bélgica, Felipe y Matilde –ella vestida de blanco como es privilegio de las soberanas católicas–, en compañía de los monarcas eméritos y los grandes duques de Luxemburgo.
No podía faltar muy especialmente el prepósito general de la Orden del Carmelo Descalzo, el español fray Miguel Márquez Calle, el provincial de los carmelitas descalzos de la Provincia Ibérica fray Francisco Sánchez Oreja, el superior de Medina del Campo fray Francisco Javier de María Moreno o el prior de Salamanca y Alba, fray Miguel Ángel González, impulsor de una actual exposición en este último convento sobre la espiritualidad femenina.
Tampoco ha querido faltar el alcalde de Medina del Campo, Guzmán Gómez y la priora del convento de San José de la villa –segunda fundación teresiana– la madre Nohora. Ambos expresaron el orgullo de los medinenses porque su nueva paisana haya sido elevada a los altares, la valentía y eficacia en sus trabajos y su cercanía a otra gran figura que vivió en Medina como es san Juan de la Cruz. Ana de Jesús Lobera, nacida en la Medina de gran proyección europea, “ayudó a construir una Europa sin fronteras”, como indicó el arzobispo de Bruselas y primado de Bélgica, monseñor Luc Terlinden.
Este último prelado, en compañía del postulador general de la Orden del Carmelo dirigieron su petición al papa Francisco para que Ana de Jesús fuese inscrita en el catálogo de los beatos –los bienaventurados– y expusieron un resumen de su vida que comenzaba con su nacimiento en Medina del Campo, Castilla. El Papa así lo aceptó, después de haber escuchado “al Pueblo Santo de Dios”, con un milagro que se produjo pocos momentos después de la muerte de Ana de Jesús en 1621. En ese momento de alegría y clamor, frailes y monjas carmelitas se acercaron al altar con la reliquia de la nueva beata, mientras un magnífico coro con sus músicos interpretaban el conocido canto de alabanza, al modo de la comunidad de Taizé, “Laudate Dominum omnes gentes”.
Las palabras del Santo Padre
En la homilía, el Santo Padre no escapó de los temas más problemáticos, con una condena sin paliativos de los abusos de todo tipo que existen en la sociedad y en la Iglesia católica. Pidió que sean denunciados, que el mal no se esconda, pudiendo afectar en su implicación a cualquier ministerio eclesial.
Concluyó con la importancia del testimonio de Ana de Jesús desde el siglo XVII, en unas tierras que no eran fáciles para desarrollar estas fundaciones, contribuyendo con las mismas a atraer gentes a Dios dentro de un modelo de “santidad femenina”. Todavía se habría de escuchar en el Estadio Rey Balduino el anuncio de Francisco de que al regresar a Roma iba a iniciar el proceso de santificación de este monarca del siglo XX, sin olvidar desde una música muy cuidada el bello canto en español, de los versos teresianos “Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta…”.
La beatificación se ha incluido dentro de la Eucaristía de la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados. Desde las disposiciones de Benedicto XVI, las beatificaciones no se suelen celebrar en Roma sino en la diócesis donde se ha iniciado el proceso de santificación que coincide con el lugar donde en este caso la nueva beata falleció, tal y como ocurrió en Bruselas tras un periplo inusitado de fundaciones que comenzó en España.
El Papa regresaba inmediatamente a Roma para iniciar la segunda fase del importante Sínodo sobre la Sinodalidad, con presencia todo el mes de octubre del arzobispo vallisoletano.
La relación entre Santa Teresa de Jesús y Ana de Jesús
Teresa de Jesús, su madre y maestra, la denominaba la “capitana de las prioras”. Beas de Segura, Granada, Madrid, Ávila o Salamanca fueron algunas de sus etapas vitales hasta que en 1604 inició la fundación del Carmelo en Francia, en compañía de la beata Ana de San Bartolomé, enfermera y secretaria que había sido de santa Teresa de Jesús. Continuó, no sin controversias –pues era la mujer que “oraba, sufría y trabajaba” como la ha definido en una bella carta el provincial padre Sánchez Oreja–, a los Países Bajos españoles ante la llamada de los archiduques Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria.
Lee más sobre su vida y su relación con Salamanca aquí.
En nuestra exposición encontrarás numerosas obras dedicadas a la beata Ana de Jesús, su vida y su relación con Santa Teresa, Salamanca y Alba de Tormes.
Descubre más en “De Claris Mulieribus – Santas, Mártires, Sabias…” En el Convento de San Juan de la Cruz de Alba de Tormes (Salamanca), abierta todos los días de 10:00h a 14:00h y de 16:00h a 19:30h.