Llegamos a Marco momentos antes de que terminara la ceremonia de ordenación de diácono de dos Hermanos, Carlos y Francisco. Ellos junto con los estudiantes y postulantes, se unieron a los ejercicios y fueron el signo de esperanza para el futuro, con el que pudimos vivir estos días de retiro y convivencia, dirigidos por el P. Salvador Ros.
En total estuvimos treinta y dos religiosos, nueve llegamos desde España con el P. Salvador. A todos los que llegamos desde España nos acogieron con un entrañable amor fraterno, que se demostró en el esfuerzo que siempre hicieron por hablar en español.
La liturgia, cantada, y muy bien preparada. Todos tuvimos nuestro cuadernillo para seguir el rezo.
El P. Salvador, -después de poner de relieve el fin de estos días, según lo que desde San Ignacio, pero traducido a nuestro carisma, se define-, nos ha hecho vivir una experiencia de comunión con el espíritu de San Juan de la Cruz, a través del comentario a alguno de sus poemas, que nos llevara a una experiencia personal de Dios, que nos renovara a todos y cada uno.
El agradecimiento a nuestros Hermanos de Portugal, además de su entrañable acogida, se extiende a su generosidad, pues a todos nos han regalado la estancia entre ellos, no cobrándonos nada.
F. Brändle