“De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”

1 jul. 2022 | Evangeli Dominical

Seguimos acompañando el camino de Jesús a Jerusalén, así como el acompaña el nuestro por la vida. Ya dijimos que se trataba de una maniobra abierta y decidida y que Jesús enviaba por delante de él mensajeros para comunicar su llegada y también su mensaje. Jesús –dice el texto– elige esta vez a setenta y dos de entre quienes le siguen para enviarles “a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él”. Se pensaba entonces que sobre la tierra convivían unos setenta y dos pueblos por lo que el gesto de Jesús significaría entonces la misión universal, el envío para todos los pueblos. Se trata, como nos recordaba la primera lectura, de llevar a todos la “buena noticia”, esto es el Evangelio, un anuncio de alegría porque la situación, especialmente de los más pobres y desfavorecidos, va a cambiar, está cambiando de un modo real. El mensaje que deben acercar lo explica: “está cerca de vosotros el reino de Dios”. Se trata del reino que Jesús sabe que despierta en sus gestos, tomas de posición, palabras, curaciones, escucha y dedicación a los más necesitados. Jesús mismo es este presencia y cercanía del reino de Dios, la acción misma de Dios que lo tiene que cambiar todo. Se trata de un trabajo inmenso para el que siempre serán pocos los obreros pues se extiende a todos los hombres, en todos los tiempos y lugares y, además, nunca se puede dar por acabado. Continuamente la Palabra tiene que llegar a nuestras vidas para mantener viva la conciencia y la misma realidad de la presencia y acción divina. También se insiste en que la vida misma y la actitud del mensajero tiene que servir y reflejar el mensaje que portan consigo: con el equipaje mínimo y con urgencia, poniendo su encargo por encima de su propia comodidad y hasta seguridad, en la conciencia de que se trata de un mensaje de alegría pero que también suscitará incredulidad, rechazo y contradicción.

El Evangelio seguirá insistiendo en esta realidad pero ahora se limita a afirmar que el rechazo al mensaje de Jesús que es la última y definitiva intervención de Dios, tendrá consecuencias dramáticas: si no se acepta el amor y perdón de Dios así manifestados, nada tiene ya que ofrecernos o podremos esperar de él. Los discípulos vuelven y comparten su “éxito”: los demonios y con ellos, todo el mal, retroceden y se someten. Jesús lo interpreta con una imagen apocalíptica: es la ratificación de como Satán cayó y siempre caerá del cielo, esto es, que la mentira y la maldad son descubiertas y rechazadas, aunque los discípulos no se tienen que alegrar por estos logros sino porque ahora son también parte de la buena noticia, de la palabra proclamada, del reino que se manifiesta, obra y obrará entre los hombres hasta que Cristo vuelva.

Primera Lectura

Segunda Lectura

Evangelio