El Camino de Perfección no es simplemente un tratado de oración. Es, sobre todo, un manual de vida evangélica, escrito por Santa Teresa de Jesús con el corazón inflamado de celo apostólico y amor por sus hermanas. Dirigido inicialmente a las monjas del convento de San José de Ávila, sus palabras han trascendido el tiempo para ofrecernos hoy un itinerario luminoso de seguimiento de Cristo.
En sus páginas, Teresa no teoriza sobre perfección abstracta. Ella enseña desde la experiencia, desde la vida compartida, desde la conciencia de su propia pobreza. Por eso, el camino que traza no es elitista ni inalcanzable: es el camino del Evangelio vivido con radicalidad, sencillez y alegría.
Tres pilares: humildad, desasimiento y caridad
Santa Teresa identifica tres fundamentos para toda vida espiritual auténtica: la humildad, que nos sitúa en verdad ante Dios y ante nosotros mismos; el desasimiento, que nos libera de apegos para amar con libertad; y la caridad, que da sentido a todo y lo envuelve en el amor de Dios.
Estos tres pilares no son escalones fríos, sino expresiones concretas de una vida que se deja transformar desde la oración. Y aquí está el núcleo del Camino: enseñar a orar para vivir mejor, y vivir mejor para orar con más hondura.
La oración, llave y casa del alma
Teresa nos invita a entrar en la oración como quien entra en su propia casa interior, allí donde habita Dios. Pero no una oración superficial o mecánica, sino una oración que nace del deseo, que se alimenta del amor y que se expresa en una vida transformada.
En su lectura del Padrenuestro, Teresa alcanza cumbres teológicas y místicas. Cada palabra de esta oración del Señor se convierte en fuente de contemplación, en impulso para una entrega más generosa, en diálogo íntimo con el Padre.
Una escuela de santidad accesible
El Camino de Perfección no exige más que un corazón dispuesto, un deseo sincero de amistad con Dios y la apertura para dejarse guiar por María, la Madre, y por Cristo, el Amigo fiel. Es un camino de transformación que va desde la oración vocal al silencio lleno de presencia, desde el esfuerzo a la confianza.
Quien entra en el Camino con Teresa no camina solo: es acompañado, guiado y sostenido por una santa que ha bebido del Evangelio y lo ha encarnado.

