La Editorial «Monte Carmelo», del Grupo «Fonte», acaba de publicar un libro de esos que te desgarran el alma, Donde la vida duele, escrito por el carmelita zamorano Pedro Luis Rodríguez.
Con 35 años de vida y 9 de sacerdote, se va para nuestra misión de San Miguel de Sucumbíos, en las selvas de la Amazonía ecuatoriana. Y allí vive 16 años, acompañando a las comunidades campesinas. Y allí, gracias a él, nacen las Casas de los Niños Santa Teresita, de las que creará también una en Tucumán, para atender a niños y niñas en extrema pobreza.
En el año 2011, extraños avatares lo llevaron hasta la ciudad de San Miguel de Tucumán, en el norte de Argentina, donde vivió más de cuatro años en nuestra parroquia de San Juan de la Cruz. Y no paró hasta lograr meterse en los barrios periféricos de La Bombilla, El Sifón y El Chivero.
Son barrios prohibidos, en los que no puedes entrar si no vas acompañado por alguien de ellos o al que consideren como uno de ellos. Yo diría que son barrios que están «más allá» de la marginalidad, a algunas leguas de lo que solemos entender cuando el papa Francisco nos insiste en que salgamos a las «periferias»…
Ahí, precisamente, tiene origen este libro, escrito en su celda conventual al hilo del día a día, «para descargar mi corazón -como él dice-, para expulsar todo aquello que me dolía dentro y que podía hacerme daño».
«Son relatos nacidos de la vida real, de un lugar real, de personas reales».
Donde la vida duele es un libro «del que cae sangre, si se agita». Y sin embargo, está salpicado de chispitas de humor y, sobre todo, rezuma una gran ternura, porque está escrito con el corazón y con esa ingenuidad -¿o diríamos inocencia?- tan característica de Pedro Luis.
No busca que esos relatos se lean por morbo ante las desgracias ajenas. «Lo único que pretende «es que te toquen el corazón y te animen a poner un poco de ti, para hacer un mundo un poco más humano».
Los beneficios de la venta del libro serán destinados a ayudar a las Casas de los Niños «Santa Teresita», en Ecuador, donde hoy alcanzan ya el número de 7, más otras 3 que han tenido que cerrar provisionalmente a causa de la pandemia.
Adquirirlo tal vez pueda ser un buen gesto cuaresmal, camino hacia la Pascua. Yo, de momento, he decidido comprar 15, para regalar, a cuenta del dinero que reciba para las vacaciones. ¿Qué tal si tú también quieres acercarte a esos lugares «más allá» de las periferias, a tocar las llagas del Señor en la carne sufriente de los demás (Papa Francisco)?