El Evangelio de Marcos, nuestro compañero durante este año, abunda en relatos como el de hoy. Más que sobre la enseñanza de Jesús, se pone el acento sobre sus obras, sus acciones, sus gestos, sus curaciones extraordinarias y milagrosas. Podemos decir que lo que Jesús enseña, lo ratifica por su actos. Que ha proclamado con autoridad propia, que se apoya solamente en Él (y en Dios) la llegada del reino en medio de este mundo y sus actos y gestos lo hacen ver y sentir. Estos gestos, además, son Signos, esto es, señalan más allá de ellos, de su carácter misericordioso o incluso milagroso. Apuntan a la intervención misma de Dios (su reino o reinado) en la realidad e historia humanas para sanar, restaurar, devolver la vida a un pueblo de Israel y una humanidad debilitados, desviados de la comunión con Dios y entre ellos. Como Signo, este es especialmente significativo. En el trascurso de sus viajes a Jesús le presentan un hombre sordo que tampoco podía hablar para que le imponga las manos. Como hemos dicho muchas veces, la teología bíblica judía establece una relación entre...