«He dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios»

14 Ene 2023 | Evangelio Dominical

Iniciamos el tiempo llamado «ordinario» con un claro eco del bautismo de Jesús, en este caso, la versión de san Juan. Como los demás evangelios, Juan también une estrechamente la misión de Juan y la de Jesús, incluso desde el mismo prólogo (Jn 1,6-8.15) resumiendo así y desarrollando también su testimonio sobre Jesús (Jn 1,19ss). De hecho, el profeta entiende que el núcleo de su misión es anunciar y señalar después, entre los hombres, al que tenía que venir y que, por tanto, ya ha llegado. Su mismo bautismo de agua con todas sus implicaciones de obediencia a la palabra de Dios y conversión apunta hacia la definitiva intervención de Dios en la historia y la vida de los hombres que se tiene que dar en el Esposo que ya está entre ellos y quien Juan debe señalar. En el texto de hoy, confluyen todas estas declaraciones en la descripción del encuentro único y decisivo entre Juan y Jesús. Así, nada más que lo que lo ve ya lo identifica con «el cordero de Dios que quita el pecado del mundo» y lo identifica con el mismo objetivo de su misión: «este es de quien dije… yo no lo conocía pero he salido… para que él sea manifestado a Israel». Y su testimonio va mucho más allá de lo «pedido» y esperado: este hombre concreto, Jesús de Nazaret, en realidad precede al profeta (más claro, agua, «existía antes que yo»), es el «cordero de Dios», aquel que viene a ofrecer el único sacrificio que restaurará la vida y las relaciones con Dios, que redimirá la creación y la vida de los hombres. Es el Esposo, aquel que tiene todos los derechos para quitar la sandalia a cualquiera porque está antes que todos y puede y quiere ejercer su derecho de rescatar, salvar, redimir a la esposa, que somos cada uno de nosotros, y la misma humanidad que ha asumido. Juan ofrece el testimonio definitivo al narrar que ha contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se posó y quedó sobre este hombre en concreto. Ese era el signo decisivo que pondría en marcha todo el proceso: este hombre tiene el Espíritu y así es el único que puede bautizar con Él y en Él, el único que lo puede hacer descender también sobre toda carne y toda vida humana. En fin, que este hombre concreto es el Hijo de Dios. Todo esto para tantos que dicen que los evangelios no hablan claramente de la verdadera realidad humana y divina de Jesús y no ponen ahí su principal fuerza y valor y la razón principal de nuestra esperanza y fe en Él. Pero se trata ahora, y siempre, de acoger, de creer a Juan y a los demás que testimonian quien es realmente Cristo y lo que viene a darnos.

Primera lectura: Isaías 49, 3. 5-6

Segunda lectura: 1Corintios 1, 1-3

Evangelio: Jn 1, 29-34