«No se viene a un retiro espiritual para huir de la gente o sus problemas sino para todo lo contario, para contemplarlos a la luz de Dios»

12 Feb 2024 | Actualidad

Charlamos con el P. Sebastián García, superior de la Comunidad del Desierto de las Palmas, sobre el Centro de Espiritualidad y las distintas actividades que allí se organizan durante todo el año.

¿Cuál es la historia y la misión del Centro de Espiritualidad del Desierto de las Palmas?

Siempre fue parte de la actividad y ser del Desierto de las Palmas la acogida de sacerdotes para que tuviesen la ocasión de alojarse en el monasterio, compartir su oración y aprovechar el lugar y el silencio contemplativo para una experiencia de retiro o “ejercicios espirituales”, apertura que la comunidad mantiene hoy día. Pero lo que había sido una buena costumbre de acogida se formalizó urgidos los hermanos por la circunstancias. Fue durante la exclaustración: el convento pudo permanecer y no fue “desamortizado” pero no como Desierto carmelitano puesto que había desaparecido el resto de la Orden en España. Una de las soluciones que se dieron para ayudar y sostener el lugar fue convertir parte del edificio en casa de ejercicios diocesana (en tiempos del obispo D. José Benito Vilamiijana). Consecuentemente, los sacerdotes acudían ahora en grupos y eran dirigidos en los Ejercicios por los religiosos de la comunidad, generalmente. Cuando la Orden se restaura en España, el Desierto se convirtió en noviciado, lo que impidió, por falta de espacio, que prosiguiera esta labor. Con todo, permaneció la memoria y así en 1970, al replantearse la vida conventual y los espacios del edificio se decidió reformar la mitad de él para el actual Centro de Espiritualidad. Fue el primero que tuvo la Orden en España y se contó con la inestimable ayuda de una comunidad de Carmelitas Misioneras Teresianas para la gestión y el cuidado de los ejercitantes.

En cuanto a la misión, en primer lugar, la favorece y casi la establece el mismo paraje y su hermosura. Belleza y soledad se unen para dar al lugar una “sacramentalidad” como escribió D. Carlos Amigo Vallejo. Junto a esto, informando el paisaje, la comunidad carmelitana y su vivencia del carisma. La oración personal y común, la fraternidad transformada en acogida y en generoso compartir de su sabiduría y experiencia con los ejercitantes y los visitantes.

¿Cómo se eligió este lugar específico para establecer un centro de espiritualidad?

Se vio como un desarrollo legítimo de la vivencia carismática, dado el lugar y la historia anterior, cómo siempre se habían acogido aquí a sacerdotes, y a los mismos religiosos de la Orden, para una experiencia fuerte de Dios. Se aprovechó así el espacio, el lugar, la presencia carmelitana centrada en lo espiritual.

¿Cómo influye el entorno natural en las experiencias espirituales de quienes participan en el centro?

Diría que es decisivo. Se trata de un lugar tan bello que en él la creación habla por sí misma del Creador. Y además hay ocasión, lugar, posibilidad de silencio, de caminar, de contemplar, incluso de hacer un poco de ascesis que siempre libera el espíritu para el encuentro con Dios.

¿Qué tipos de retiros y programas ofrece el centro para aquellos que buscan una experiencia espiritual más profunda?

Hay dos tipos de encuentros: por un lado, para ampliar la oferta, acogemos a todo tipo de grupos para que realicen su propia experiencia espiritual, siempre que lo hagan con respeto a las condiciones del lugar y de la casa y que tengan que ver, sobre todo, con la oración, el silencio, el encuentro fraterno y verdadero. De modo especial, acogemos a las carmelitas descalzas y las congregaciones o movimientos camelitanos, especialmente la pastoral juvenil. Por otro lado, organizamos tandas de ejercicios de la provincia ibérica de carmelitas descalzos, dirigidos especialmente a nuestros religiosos. También, cada año, en cada programación también se proponen encuentros especiales de fin de semana con motivo de los tiempos fuertes litúrgicos, tandas de ejercicios espirituales para sacerdotes, religiosos, laicos. En Pascua organizamos un encuentro totalmente “trasversal”, a partir del Centro y los albergues para acoger a jóvenes, medianos y mayores a fin de vivir conjuntamente el Triduo Pascual, corazón de la fe cristiana.

¿Cómo se estructuran y qué resultados suelen experimentar los participantes?

Los participantes o bien acuden con sus propios grupos y organización, con sus monitores y encargados o se apuntan a las actividades que nosotros programamos. Viene mucha gente de Castellón –la diócesis no tiene propiamente casa de ejercicios y usa la nuestra y la de las hermanas de Thales–, de toda la comarca y la comunidad valenciana aunque también de toda España y hasta de fuera. Por ejemplo, hasta hace no mucho cada año contábamos con los hombres del pueblo de Vinalesa (Valencia) que venían a hacer ejercicios en un grupo concreto, y era toda una tradición. En cuanto a los resultados, son muy buenos. La mayor parte de la gente queda muy contenta: del lugar, de la actividad, de la atención. Nuestro propósito es hacerles partícipes de la sana y llana fraternidad teresiana, en verdad y sencillez y muchos se dan cuenta. En cuanto a frutos más espirituales, solo se me ocurre decir que la mayoría suele volver, luego aquí le ha encontrado el efecto que buscaba, el encuentro profundo con Cristo.

¿Cómo fomenta el centro la conexión con la naturaleza en el proceso de desarrollo espiritual?

El centro la ofrece y recomienda a todos los grupos, ayudando incluso a indicarles caminos, lugares, senderos, dependiendo de si buscan un poco de ejercicio –que está muy aconsejado en un retiro espiritual–, o si buscan tranquilidad, silencio. También, a menudo, los que vienen se ejercitan en la paciencia pues el paraje natural es visitado por gente que hace ruido o lo ensucia, porque no han caído en la cuenta de que la belleza del lugar y el silencio se tienen que conservar entre todos. Realmente el Centro está abierto por entero a su entorno. Incluso, para quienes no caminan muy bien, contamos con un hermoso jardín donde hay todo tipo de espacios y lugares.

¿Cuáles son los beneficios de la interacción con el entorno natural del desierto?

En primer lugar, cuerpo y espíritu se abren, se oxigenan, se liberan de prejuicios. También es importante, como sugería arriba, un poco de ejercicio físico que ayuda a centrarnos y afrontar las situaciones personales. Es posible encontrar la soledad, ya sea en los lugares o en largos paseos, que podemos aprovechar siempre para orar, como hacia el santo cura de Ars. En fin, se trata de que la belleza del ambiente se nos mete dentro, nos desintoxica y nos abre al encuentro con el Señor, en la creación y en los hermanos.

¿Cuál es la importancia de la experiencia compartida en el desierto?

Es muy importante. Como decía arriba, al lado de la belleza del lugar, el silencio y la soledad, están las personas y que se entablen buenas relaciones. No se viene a un retiro espiritual para huir de la gente o sus problemas sino para todo lo contario, para contemplarlos a la luz de Dios. Además, está en nuestro carisma el compartir fraterno, tanto como la oración. Teresa de Jesús enseñaba que es esencial caminar en familia, en comunidad, para desengañarnos de ilusiones y también para darnos ánimos cuando surgen dificultades. El propio Centro comenzó ya como una experiencia compartida, con las Carmelitas Misioneras Teresianas. Poco después, se nos unieron también las Carmelitas Misioneras que edificaron junto al convento una casa de oración para acoger a personas que buscasen el silencio sobre todo.

¿Cómo se espera que la experiencia en el centro influya en la vida cotidiana y las perspectivas de quienes participan?

Se espera que se den cuenta de que este lugar es un “monte santo”, que va mucho más allá de un simple alojamiento o de un lugar hermoso. Desde que estamos aquí los Carmelitas, tanta vida entregada aquí a la oración ha dejado una marca positiva, un ejemplo, como un aliento que es posible percibir con un poco de sensibilidad y escucha y que ayuda a orar. Y es algo casi físico: aún se pueden ver multitud de lugares acondicionados para la oración y contemplación, aparte las ermitas y los “antros”, en muchos rincones generalmente muy bien situados para aprovechar la belleza del paraje para que inspire el espíritu. Estoy seguro que la experiencia aquí ayuda a contemplar la propia belleza de los lugares de origen de quienes vienen o de otros lugares. Seguro que van a estar más atentos percibir en ella la presencia de Dios y la invitación a pasar un rato con Él. Respecto a las perspectivas, sin duda el encuentro con Dios abre siempre horizontes. Santa Teresa confesaba que “fuera de Dios todo es estrechura”, todo es limitado y limitante allá donde nuestra mirada no se ha encontrado con Él.

¿Existen ejemplos concretos de personas cuyas vidas han sido transformadas a través de su participación en el centro?

Pues sí. Me vienen varios a la cabeza, que me lo han hecho saber personalmente. Por supuesto no es el lugar, solo, lo que transforma, sino con Quien nos encontramos en él. Si hay algo que transforma, de verdad, la vida es eso. Y realmente para esto estamos aquí, trabajamos y cuidamos el lugar, para conservarlo y mejorarlo como lugar de encuentro con Dios y con nosotros mismos en profundidad, gracias a Él. Cuidar y proteger un paraje natural es algo bueno, sin duda, pero no es nuestra misión ni la razón de nuestra permanencia aquí. El mejor sitio para saber algo de estas transformaciones personales, sin desvelar nada privado, está en el libro de visitas donde se pueden leer auténticas perlas. Todo esto nos anima a seguir adelante, a profundizar y mejorar también aquí todos, a que se transformen nuestras vidas como el mejor ejemplo e indicativo de la fuerza de Dios en este hermoso lugar.