COMUNIDADES
MADRID (Pl. de España)
Actualmente casa provincial de la provincia ibérica de Santa Teresa de Jesús.
Santa Teresa de Jesús y San José
19 de mayo de 1924
Plaza de España, 14, 28008, Madrid, Madrid
91 547 91 05
BREVE HISTORIA
La primera presencia de los Carmelitas Descalzos en Madrid se remonta al año 1586 cuando se fundó el convento de San Hermenegildo, actual parroquia de San José en la calle Alcalá 43. Con la desamortización de bienes eclesiásticos y la exclaustración de Mendizábal en 1836 los Carmelitas Descalzos salieron de Madrid, pudiendo regresar en 1888, concretamente a la calle Evaristo San Miguel donde se abrió una pequeña capilla de culto público. Finalmente, la comunidad carmelitana se desplazó a la Plaza de España, al solar situado entre las calles Irún y Cadarso, colocando la primera piedra de la Iglesia-Convento el 28 de abril de 1916. Las obras se prolongaron hasta el 26 de mayo de 1928 cuando tuvo lugar la inauguración oficial del Templo Nacional de Santa Teresa. Durante la quema de conventos de 1931 el edificio sufrió graves daños, y al concluir la Guerra Civil Española tuvo que ser totalmente restaurado.
La Iglesia-Convento, declarado conjunto de Bien de Interés Cultural el 20 de diciembre de 1995, tiene por arquitecto a Jesús Carrasco-Muñoz y simula una fortaleza medieval a modo de castillo. Fue financiado por los reyes Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia por suscripción popular y se trata de la primera iglesia en Madrid que utiliza el hormigón armado en su construcción, que corrió a cargo de la Nueva Sociedad de Construcciones de San Sebastián. La inspiración de la arquitectura del edificio se debe a la obra cumbre de la literatura mística española, Las Moradas o el Castillo Interior escrito por Santa Teresa de Jesús en 1577, y el estilo es ecléctico, mezclando corrientes medievales y renacentistas traducidas a un lenguaje cercano al modernismo. Mientras que la Plaza de España se dedica al maestro de la literatura española Miguel de Cervantes, la Iglesia-Convento hace mención de la maestra de la literatura Teresa de Jesús. La apariencia de castillo queda bien reflejada por las almenas y el gran cuerpo central de la iglesia flanqueada por dos torreones. En la portada se abren tres puertas con grandes arcos y reja, y queda rematada por la escultura de la Virgen del Carmen y el escudo familiar de Santa Teresa. La ornamentación escultórica de la fachada del convento refleja elementos iconográficos descritos por la santa abulense en Las Moradas: mientras que en la primera planta encontramos animales, culebras, lagartijas y sabandijas (reflejo de las pasiones humanas y desviaciones del alma), en la tercera planta se muestran cabezas de ángeles y serafines (significando el ascenso divino del creyente que se confía a Dios). La conclusión de este camino ascensional queda manifestada en la hermosa cúpula que simboliza “la perla oriental”, lugar central del alma donde habita Dios. La cúpula es imagen de Dios, que es unidad en la diversidad, todo luz y color. La cúpula de estilo bizantino está decorada con azulejos policromados y es obra del ceramista Daniel Zuloaga por encargo y financiación de la marquesa de la Floresta.
La iglesia es un templo de planta de cruz latina (50 metros de largo, 20 metros de ancho y 22 metros de alto) con tres naves: la central más alta, con cubierta plana sostenida por arcos de medio punto rebajados y con grandes vitrales; las dos naves laterales, adinteladas con casetones, sostienen tribunas. El cerramiento de vidrieras fue realizado originalmente por la Casa Maumejean, que también realizó las de la catedral de Sevilla. Tras la destrucción de la década de 1930, las vidrieras se sustituyeron por las actuales de la Unión de Artistas Vidrieros de Irún. Destaca en el crucero (35 metros de altura) la cúpula con tambor y linterna, decorada en el interior con el escudo nacional y rematada en el exterior con la corona real.
El retablo del altar mayor, que descansa sobre un revestimiento de mármol, es obra del sacerdote Félix Granda Buila, quien situó en el centro del mismo el camarín con la imagen monumental de Santa Teresa de Jesús (4,50 metros de altura con peana). Acompañan a la Doctora Mística una escultura de San Juan de la Cruz, el Calvario, figuras de santos y santas carmelitas, así como imágenes de la vida de la Virgen María y el altar mayor sostenido por los Doce Apóstoles. En el crucero encontramos dos enormes frescos de Francisco-Pancho Cossío representando la “Apoteosis de Santa Teresa” junto al sagrario, y junto a la imagen de la Virgen del Carmen la “Apoteosis de la Orden”. Las naves laterales poseen dos altares dedicados al Sagrado Corazón de Jesús y a San José. A los pies del templo se abren dos capillas aprovechando los cimientos de las torres ochavadas que iban a sustentar el campanario. Una capilla está dedicada a la Virgen de Lourdes y la otra capilla contiene las imágenes escultóricas de Cristo en la cruz junto a la Virgen y San Juan.
Actualmente, la Iglesia-Convento es la sede de la Curia Provincial de la Provincia de Santa Teresa de Jesús de los Carmelitas Descalzos.
EN PORTADA
«Para esto he venido, para ser testigo de la verdad»
En la fiesta de hoy Jesucristo es proclamado Rey y señor del universo, lo que incluye proclamarlo en este tiempo que compartimos, para cerrar las celebraciones de un año más recorrido tras sus pasos, en su compañía. Si el domingo pasado la Palabra de Dios nos dejaba vislumbrar al Hijo del hombre que vendría sobre las nubes sobre el escenario del fin del mundo que conocemos (primera lectura), hoy nos pone delante de este juicio que ya ha comenzado y continúa y que como todo lo que hace Dios es seguro y definitivo. Jesús da testimonio ante Pilato que Él es el rey y señor de todo lo creado y que ha venido, encima, a redimirlo. Es decir, es el Rey porque fue el Creador, el Hijo mismo de Dios, imagen sobre quien se que modeló este mundo; pero también es Rey porque cuando ese proyecto se estropeó por el pecado de los hombres, no nos abandonó sino que volvió en la humildad de nuestra carne para rehacer, desde dentro, todo lo que estaba mal. El Evangelio nos recordaba como Jesús mismo describe ante Poncio Pilato qué es realmente su reino y lo que nos interesa: cómo participar...