En la fiesta de hoy Jesucristo es proclamado Rey y señor del universo, lo que incluye proclamarlo en este tiempo que compartimos, para cerrar las celebraciones de un año más recorrido tras sus pasos, en su compañía. Si el domingo pasado la Palabra de Dios nos dejaba vislumbrar al Hijo del hombre que vendría sobre las nubes sobre el escenario del fin del mundo que conocemos (primera lectura), hoy nos pone delante de este juicio que ya ha comenzado y continúa y que como todo lo que hace Dios es seguro y definitivo. Jesús da testimonio ante Pilato que Él es el rey y señor de todo lo creado y que ha venido, encima, a redimirlo. Es decir, es el Rey porque fue el Creador, el Hijo mismo de Dios, imagen sobre quien se que modeló este mundo; pero también es Rey porque cuando ese proyecto se estropeó por el pecado de los hombres, no nos abandonó sino que volvió en la humildad de nuestra carne para rehacer, desde dentro, todo lo que estaba mal. El Evangelio nos recordaba como Jesús mismo describe ante Poncio Pilato qué es realmente su reino y lo que nos interesa: cómo participar...