«Vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden»

22 Jul 2022 | Evangelio Dominical

En el camino hacia Jerusalén y la culminación de su obra, también hay tiempo para la instrucción. Jesús tiene aún mucho que comunicar para que los discípulos lleguemos a ser como Él. En esta ocasión se trata de algo esencial, de la oración, quizá el principal medio para sentarse a los pies de Jesús y escuchar su palabra, que el corazón del discipulado como vimos en el evangelio del domingo anterior. Desde luego, el mismo Jesús oraba y mucho, tenía que hacerlo para mantener viva la comunión con su Padre. Gracias a ella, experimentó como nueva y única su relación con Dios y entendió que esa relación era también decisiva para todas las personas pues ella realiza, de forma nueva e irrevocable, la proximidad de Dios. Orar al Padre es uno de los mejores modos de comprobar cómo, en Jesús, se ha acercado a todos nosotros. Ya antes, en la alianza, era un signo especialísimo de la confianza y cercanía de Dios.

En la primera lectura, Dios comunica a Abrahán sus planes y hasta los discute con su amigo, con aquel que le ha acogido y cree y confía en Él. Abrahán, al final, no puede cambiar estos planes pero Dios escucha y considera sus razones hasta que Abrahán se detiene. Jesús enseña, nos enseña, a orar como discípulos suyos, mediante el “padrenuestro” que resume su proclamación del reino como proximidad y cumplimiento de las promesas divinas. Pedimos que este Dios se siga acercando, en su persona y su reino, que nos llegue ya ese pan que se reserva para los días finales, que recibamos el perdón para poder perdonarnos unos a otros, construir juntos una nueva fraternidad que se funde en la intervención directa de Dios en Jesús. Para lograr estos fines, la oración ha de ser perseverante, continua, para que nos acerque, de verdad, al conocimiento de Cristo, del Padre en el Espíritu que nos ha sido concedido. Solo frente a frente con el Dios que se manifiesta en Jesús descubriremos hasta donde está dispuesto a llegar, hasta qué extremo de amistad y confianza desea introducirnos, mucho más allá de darnos lo material –que ya es nuestro–, desea comunicarse a sí mismo, si bien no puede hacerlo hasta que nosotros mismos no nos demos del todo a Él.

Primera Lectura

Segunda Lectura

Evangelio