«Venid conmigo y os haré pescadores de hombres»

20 Ene 2024 | Evangelio Dominical

Abunda hoy la Palabra de Dios en los comienzos del ministerio de Jesús, de su Misión. De la mano, en esta ocasión de la versión de san Marcos, Jesús comienza, formalmente, su predicación y su actuación, siempre intrínsecamente unidas. Jesús recoge el anuncio de Juan Bautista, a quien reconoce su «legitimidad» en relación a la acción de Dios y se constituye en su continuador: «se ha cumplido el tiempo, está cerca el reino de Dios». Esto es, ha llegado el momento, el tiempo especial («kairós»). Se nos dice también que esto es el «Evangelio» proclamado. Juan no proclamaba ningún Evangelio sino la Palabra de Dios, en la línea de los demás profetas («convertíos» más una determinada circunstancia o actuación divina). De momento la diferencia, la enorme diferencia está en quien lo anuncia. Se trata de Jesús, el hombre que se hizo bautizar para ratificar su radical solidaridad con la lucha de Juan y de todos los hombres pero que se manifestó también como Aquél en quien reside el Espíritu de Dios para llevar a la realidad sus promesas. De ahí que la invitación a convertirse y creer en esta nueva y antigua Palabra de Dios tenga pleno sentido como sabemos e iremos viendo y recordando y, esperamos, profundizando. Como todas las realidades verdaderas y dignas de confianza, la predicación de Jesús aúna lo antiguo, respetando su legitimidad y validez, con la novedad que es siempre la intervención de Dios en la historia, la realidad y las personas. De momento, Jesús hace algo completamente nuevo: Juan tenía discípulos (como recordamos el domingo anterior) pero no lo había buscado. No los necesitaba pues sabía que su mensaje era condicionado y puntual. Pero Jesús sí que los necesita pues su misión no es puntual sino la última y decisiva intervención de Dios y para eso precisa constituir y sostener una comunidad que alargue en el tiempo su acción más allá de los términos finitos de su vida física, puesto que es hombre. En Marcos, en contraste y en complemento con Juan (domingo pasado) Jesús sale a buscar y elegir a sus discípulos (en Juan son estos quienes le siguen a Él). Lo hace por la orilla del mar de Galilea donde, naturalmente, encuentra pescadores, hombres que trabajan preparando las barcas y la pesca. Y sin más, se dirige a ellos y los llama: «venid conmigo y os haré pescadores de hombres». Es una invitación clara a ir detrás del Él, lo mismo que el domingo pasado, «venid y veréis». Jesús invita a seguir y compartir una vida, no unas ideas o un «estilo». Y promete transformar las suyas, no en la apariencia o superficie, sino en el fondo: «os haré pescadores de hombres». Equivale a una motivación profunda nueva, que vale para los estos primeros llamados y para todos: seguimos siendo los mismos, quizá no cambiemos de ocupación o trabajo o de circunstancias pero todo será nuevo en nuestro interior. Tendremos un propósito, seremos partícipes de un sentido, habremos escuchado y estaremos participando de la Buena Noticia, de la intervención decisiva de Dios que nos reconstruye desde dentro para ser, de verdad, los hijos de Dios y hermanos unos de otros. Por eso, dicen algunos comentaristas, que Jesús llama por parejas, por hermanos. Así subraya, a la vez, que su llamada es personal pero compartida, individual pero destinada a formar un pueblo que será de hijos y hermanos.

Primera lectura: Jonás 3, 1-5. 10

Segunda lectura: 1Corintios 7, 29-31

Evangelio: Marcos 1, 14-20