«¿También vosotros queréis haceros discípulos suyos?»

18 Mar 2023 | Evangelio Dominical

De la sed y el agua pasamos a la visión y la luz en este segundo gran texto del Evangelio según san Juan, que nos señala también por dónde y cómo entra la salvación de Dios en nuestra vida. El mirar de Dios es amar, escribió san Juan de la Cruz, es decir, que su mirada es gracia, capaz de crear el bien en quien es mirado y preferido (primera lectura). Dios no elige a los grandes y los fuertes pero aquel a quien el mira y prefiere es «de buen color, de hermosos ojos y buen tipo». Su mirada toma lo que hay y lo transforma y así muestra dónde está y cómo actúa la luz. En el Evangelio, Jesús mira a un ciego de nacimiento y le abre los ojos sirviéndose del mismo barro usado en la creación del hombre, rehaciéndolo y no para sanar un pecado cometido por el o sus padres sino para se manifiesten las obras de Dios. Los demás, los testigos, los jueces religiosos, sus padres y el mismo ciego que ahora ve, contemplan esta obra pero la discuten porque no les cuadra con sus esquemas, con su comprensión del mundo y de cómo Dios salva o puede salvar. El signo de Jesús amplía el modo como Dios actúa y señala así que su Luz, por fin, está en el mundo, que se ha producido un salto cualitativo en su presencia. Dios está ahora entre nosotros de un modo completamente nuevo y sólo está luz es la que permite comprender que tenemos delante al Mesías, al Salvador que ha venido a curar no solo el pecado sino lo que es peor y más difícil que el mismo pecado pues, en realidad, aquello que lo provoca y sostiene: la ceguera ante el poder y la presencia y cercanía de Dios. Sin duda, todos o la mayoría somos pecadores y Dios ya cuenta con ello. No es esto lo que le impide actuar sino la ceguera «voluntaria» que es negarse a ver la luz que ya está aquí, en nuestra vida, o de negar que esta exista o haya aparecido siquiera en este mundo. Jesús ha manifestado ya que es capaz de ofrecer y dar la fe, de restablecer la relación fundante entre Dios y el hombre y hoy nos muestra que es capaz de conducirnos en esta fe a la visión y reconocimiento de quien es Él y quienes somos nosotros y que ha venido, que aquí sigue presente, para abrir nuestros ojos y mantenerlos abiertos a esta Luz que es la vida y la salvación que necesitamos y que ya podemos disfrutar.

Primera lectura: 1Samuel 16, 1b. 6-7. 10-13a

Segunda lectura: Efesios 5, 8–14

Evangelio: Juan 9, 1–41