«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador»

22 Oct 2022 | Evangelio Dominical

Dios hará justicia a sus elegidos, si le gritan día y noche… Así enseñaba Jesús a orar sin descanso, afirmando que la oración restablece la justicia, esto es, las relaciones que importan, con Dios y con los demás. Esto significa que este restablecimiento, auténtica «redención» de las relaciones en las que nos movemos y que nos vivifican, tiene su origen, apoyo y sustento en el mismo Dios. Así, en el fragmento evangélico de hoy, para hablar de justicia e injusticia, Jesús cuenta otra parábola que tiene como centro a la oración. La justicia, la justificación es concepto y realidad clave en la fe cristiana y en la misma historia de la salvación. Como recordaba la primera lectura, la fe bíblica se fundamenta en que el Dios verdadero, el que viene a nosotros y se revela, escucha a todos, especialmente a quien más necesitada tiene de ser acogido, curado, redimido. Las acciones y relaciones humanas generan injusticia, que nace del corazón de las personas y es Dios quien acude al remedio, escuchando las justas súplicas de quien necesita que su situación sea restablecida. Justicia tiene mucho que ver con derecho, con la verdad de la realidad que se hace presente para regular y hacer posible la vida y la convivencia, no como una lucha, sino como la colaboración que tiene que ser. La parábola de Jesús recuerda que es Dios quien da la justicia, el juez, el criterio vivo y decisivo que desprecia la soberbia humana y valora la humildad o reconocimiento de la propia verdad. No es la pobreza por la pobreza lo bueno como tampoco la riqueza o el éxito son malos de por sí: se trata, como tantas otras veces, de vivir en la realidad, en la verdad, que está unida a Dios y desde Jesús, encarnada y presente entre nosotros.

Primera lectura: Eclesiástico 35, 15b-17. 20-22a

Segunda lectura: 2Timoteo 4, 6-8. 16-18

Evangelio: Lucas 18, 9-14