Otro encuentro de Jesús en su camino al cumplimiento de su vida y misión. En esta ocasión sucede entre los suyos, en una aldea donde sí le reciben, donde Jesús está como en su casa. La primera lectura, que suele poner en contexto el Evangelio, nos hablaba de la importancia de la hospitalidad en la antigüedad y en las tierras en las que surgió la revelación. Abrahán, gracias a ella, recibe nada menos que a estos tres ángeles en los que la tradición ha visto a Dios mismo, incluso manifestado como las Tres Personas. En esta visita tan especial Abrahán recibe el anuncio definitivo de que el Dios que le llamó cumplirá pronto, nueve más más adelante, su promesa de darle hijo de su propia carne y su misma casa. En el Evangelio, es una mujer, Marta, quien le recibe y se esmera y esfuerza para que todo esté a punto, para acogerle de verdad, facilitarle descanso y comodidad. En casa hay otra mujer, su hermana María, quien, en cambio, “sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra”.
Se definen así dos actitudes con profundas repercusiones en cómo la iglesia se entiende a sí misma. Mientras María se dedica a solo escuchar y mirar a Jesús, sobre Marta recae toda la tarea de servir, hasta que se da cuenta y se queja al mismo Jesús a quien reclama que inste a María a ayudarle. Jesús sentencia, en cambio, que es Marta la que se entretiene con lo accesorio, dejando a María “la mejor parte” y que por eso “no se la quitarán”. El texto siempre se ha entendido como un debate, resuelto por Jesús, entre los diversos modos de servir en la iglesia, ya sea con la contemplación o con la acción caritativa y pastoral. Claramente, Jesús señala que “la mejor parte”, la “única necesaria” para el discípulo es la escogida por María: sentarse a sus pies y escuchar su palabra. Ciertamente, nadie es discípulo solo “haciendo cosas por Jesús” sin estar con Él nunca, pues acabaría por no saber por qué las hace y ni cómo y, sobre todo, no disfrutaría el don de Dios y no tendría más capacidad que la suya propia humana, siempre limitada. Pero quizá el texto va más allá: se afirma del modo más claro, sencillo y definido que las mujeres, María y también Marta, también son discípulos y de primer nivel. No son una especie de colaboradoras en segundo plano, aunque sea ocupándose de lo más práctico y siempre necesario. El discípulo es, primero, aquel que dedica tiempo, espacio y lugar a Jesús, a su Palabra y solo después, iinspirado por este amor, se puede convertir en hermano, servidor de los demás.
Primera Lectura
Lectura del libro del Génesis 18, 1-10a
En aquellos días, el Señor se apareció a Abrahán junto a la encina de Mambré, mientras él estaba sentado a la puerta de la tienda, porque hacía calor. Alzó la vista y vio tres hombres en pie frente a él. Al verlos, corrió a su encuentro desde la puerta de la tienda y se prosternó en tierra, diciendo:
–Señor, si he alcanzado tu favor, no pases de largo junto a tu siervo. Haré que traigan agua para que os lavéis los pies y descanséis junto al árbol. Mientras, traeré un pedazo de pan para que cobréis fuerzas antes de seguir, ya que habéis pasado junto a vuestro siervo.
Contestaron:
–Bien, haz lo que dices.
Abrahán entró corriendo en la tienda donde estaba Sara y le dijo:
–Aprisa, tres cuartillos de flor de harina, amásalos y haz una hogaza.
El corrió a la vacada, escogió un ternero hermoso y se lo dio a un criado para que lo guisase en seguida. Tomó también cuajada, leche, y el ternero guisado y se lo sirvió. Mientras él estaba en pie bajo el árbol, ellos comieron.
Después le dijeron:
–¿Dónde está Sara tu mujer?
Contestó:
–Aquí, en la tienda.
Añadió uno:
–Cuando vuelva a verte, dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo.
Segunda Lectura
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1,24-28
Hermanos:
Me alegro de sufrir por vosotros:
así completo en mi carne los dolores de Cristo,
sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia.
Dios me ha nombrado ministro de la Iglesia,
asignándome la tarea de anunciaros a vosotros
su mensaje completo:
el misterio que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones
y que ahora ha revelado a su pueblo santo.
Dios ha querido dar a conocer a los suyos
la gloria y riqueza que este misterio
encierra para los gentiles:
es decir, que Cristo es para vosotros
la esperanza de la gloria.
Nosotros anunciamos a ese Cristo;
amonestamos a todos, enseñamos a todos,
con todos los recursos de la sabiduría,
para que todos lleguen a la madurez
en su vida cristiana.
Evangelio
+ Lectura del santo Evangelio según San Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa.
Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:
–Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
–Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa con tantas cosas: sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.