San Elías, fuente viva del Carmelo

20 Jul 2025 | Aventuremos la Vida

En el corazón del Carmelo arde un fuego antiguo, un fuego que no se apaga: es el celo ardiente del profeta Elías, padre espiritual de todos los carmelitas, hombre de Dios, centinela del silencio y la fidelidad.

El Carmelo nace en la tierra que lleva su nombre, el monte donde Elías oró, luchó, escuchó y se dejó transformar. En él se entrelazan la pasión por Dios y el compromiso con su pueblo. No es solo un personaje del pasado: Elías es un principio, un manantial que sigue dando agua fresca a todos los que buscan al Dios vivo.

Un hombre de fuego y de silencio

Elías es conocido por su fuerza profética: desafía a los poderosos, defiende la alianza, denuncia la injusticia. Pero el Elías que inspira al Carmelo no es solo el que clama fuego desde el cielo, sino el que se deja evangelizar por la brisa suave en el Horeb. Allí aprende que Dios no está en el estruendo, sino en el susurro, y que el verdadero celo se alimenta en el silencio.

Los carmelitas, y todo cristiano que se abre a esta espiritualidad, encuentran en Elías un modelo de vida interior:

  • de escucha atenta,
  • de oración perseverante,
  • de fidelidad en medio del desierto,
  • de pasión sin ruido por el Reino de Dios.

Padre de una familia espiritual

“Vive el Señor en cuya presencia estoy” (1 Re 17,1): esta es la frase que acompaña cada jornada de quien vive desde el espíritu del Carmelo. Porque el carmelita no es ante todo un activista ni un aislado, sino un profeta en pie ante Dios, alguien que vive en su presencia para poder ser presencia de Dios en el mundo.

San Elías es la raíz viva que sostiene a los hijos e hijas de Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Teresa lo llama “nuestro padre”, y su experiencia inspira esa tensión entre la vida interior y la entrega apostólica que marca al Carmelo reformado. Elías es también el símbolo de todos aquellos que, aún en tiempos difíciles, no se rinden al desaliento, porque saben que Dios sigue actuando desde la fidelidad pequeña y escondida.

Hoy, como ayer

En un mundo que corre, grita y se consume, Elías nos recuerda que el fuego que permanece no es el de la violencia, sino el del amor que arde en el silencio. Su figura sigue interpelando a quienes desean vivir de cara a Dios, en una vida sencilla, orante, abierta a la Palabra y entregada al servicio.

Que su espíritu nos anime a vivir con pasión, a caminar sin miedo, a encender con nuestra vida el deseo de Dios en los demás.

¡San Elías, profeta del Carmelo, ruega por nosotros!