Nos acercamos hasta el Desierto San José de Batuecas. Lo hacemos para charlar con su superior, P. Francisco Brändle.
¿Podría compartir la historia y la fundación del Desierto de las Batuecas?
Es una historia amplia, que se extiende a lo largo de varios siglos. Comenzó en 1599 bajo el aliento del Provincial, P. Tomás de Jesús, de los Carmelitas Descalzos de Castilla. Está bien documentada y se han escrito libros sobre ello.
¿Cuál es la importancia espiritual y cultural de este lugar en la tradición monástica?
Tendríamos que aquilatar la pregunta, reduciéndonos a tradición carmelitana. Es en el seno de esta tradición donde surge este tipo de vida, monástica, sí, pero con la impronta del Carmelo. Porque nuestras raíces en el Monte Carmelo son las que inspiran nuestro estilo de vida contemplativa. Escucha de la Palabra de Dios, oración, vividas en el entorno de una celda, que se construye junto a otras alrededor de una iglesia central. Así se quiere evocar el origen de la Orden en el Monte Carmelo, como fue el deseo que movió a Santa Teresa a reformar el Carmelo.
¿Cómo describiría la vida monástica carmelitana en el Desierto de las Batuecas?
Como ya hemos dado a entender, se trata de una vida centrada en la oración y la escucha de la Palabra. Se hace de modo sencillo en el marco de un horario con dos momentos claves: el comienzo del día a las 7.00 de la mañana, con el rezo de Laudes, la oración silenciosa y la Eucaristía, y el caer de la tarde también coincidiendo con las 7.00, rezamos vísperas y dedicamos una hora a la oración silenciosa. En la noche nos reunimos para rezar el Oficio de lecturas y las Completas. A largo de la jornada, dedicamos unas horas al trabajo manual, bien sea en la huerta, o en el cuidado de la casa que ha de estar disponible para acoger a los huéspedes que quieren compartir nuestro silencio. Aprovechamos también la disposición de las ermitas y la casa para permanecer en ellas, el tiempo que no nos ocupan esas labores manuales.
¿Cuáles son los principios fundamentales que guían la vida de los religiosos en este entorno?
Fundamental para todos es identificarnos con la espiritualidad del Carmelo en el contexto de un espacio contemplativo. Leer los escritos de Santa Teresa y San Juan de la Cruz en el marco de una naturaleza y un silencio que desbordan al que vive en medio de ellos, y abre un horizonte único para hacer esa lectura.
¿Cómo interactúa la comunidad monástica con la comunidad local y las personas que visitan el Desierto de las Batuecas?
La comunidad carmelita que al presente vive en este monasterio, de la que forman parte tres Hermanos seglares de vida común, es el fundamento de la vida carmelitana que se vive en el Desierto, a ella se incorporan en mayor o menor medida los huéspedes que se acercan a vivir en la Hospedería. El testimonio que recibimos es que esa participación en nuestra vida, sobre todo en los momentos orantes, es para ellos muy positiva.
¿Cómo ha impactado en usted su experiencia en el Desierto de las Batuecas?
En ningún momento ha supuesto una sorpresa. Es la vida que esperaba vivir cuando vine destinado a este lugar. Lo que siempre impacta es el lugar mismo. Su silencio, la cercanía de la naturaleza, la posibilidad de vivir en tu ermita la cercanía de la tierra (cada ermita tiene su espacio pequeño de huerta), son dones inestimables, que no se pueden describir.
¿Existen lecciones espirituales particulares que haya aprendido o compartido con la comunidad?
Como todo lo espiritual es gratuito y surge de modo natural y espontáneo cuando menos puedes esperarlo. En general esos momentos se preparan porque no deja de haber momentos comunitarios para desarrollar esas lecciones espirituales que llamamos “colación espiritual”
¿Observa un aumento en la peregrinación y el turismo religioso en el Desierto de las Batuecas?
Está claro que sí, los huéspedes que nos visitan, que son ya bastantes, vienen buscando el silencio y la soledad y han aumentado. Algo ligado a su búsqueda religiosa. En la medida que podemos les abrimos siempre las puertas y su número en muchos momentos nos desborda. El lugar es también visitado por personas, que sin entrar en el monasterio, visitan la zona, y especialmente un lugar ya preparado en el que pueden contemplar la iglesia y las ermitas a su alrededor a vista de pájaro, con lo que se hacen idea perfecta de esta construcción singular de monasterio.
¿Cómo maneja la comunidad monástica la presencia de visitantes y peregrinos?
Hablamos mejor de una hospedería monástica. Los huéspedes tienen unas normas concretas que han de respetar para hacer compatible su estancia entre nosotros con el tipo de vida contemplativa que buscamos transmitir. En general insistimos en el silencio y en la soledad, que no excluyen el servicio y la convivencia profunda, para vivirlo.
¿Se están llevando a cabo proyectos culturales o educativos para preservar y promover la herencia cultural del Desierto de las Batuecas
En general hemos de decir que nuestro proyecto cultural es nuestra vida misma. La mantenemos con la conciencia de que es un bien cultural, en una tradición religiosa singular: la carmelitana. Hemos tratado de hacerlo en el marco de la Iglesia del Concilio Vaticano II, que valora la llamada universal a la santidad, y por lo mismo a la vida humana abierta a la unión con Dios, que se puede descubrir apoyados en lo que ofrece este lugar y este tipo de vida.
¿Hay planes para desarrollar futuros proyectos en el Desierto de las Batuecas que fortalezcan su papel como lugar de espiritualidad y retiro?
El proyecto futuro es que como monasterio perteneciente a la Provincia Ibérica de Santa Teresa de los Carmelitas Descalzos, sea más conocido el lugar yapoyado por todos los religiosos de la Provincia. Una vez alcanzada esta meta, se verá el modo de proyectarlo en la Orden, en todas sus ramas.