Salutación a la Virgen. Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Oración inicial. Dios de nuestros padres en la fe, que concediste a la Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, vivir siempre en tu presencia, conservando tus palabras en el corazón; concede a cuantos celebramos el quinto día de la novena en su honor buscar siempre tu rostro y ser en el mundo testigos de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Invocaciones
ROSA DEL CARMELO, perfúmanos en el alma y en el cuerpo, para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María…
ESTRELLA DEL MAR, conduce nuestra barquilla en el mar de la vida hasta que lleguemos a las playas luminosas de la patria celestial. Dios te salve, María…
REINA DEL CIELO, que un día gocemos de tu compañía en la eternidad y proclamemos contigo la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María…
(Pídase la gracia que se desea alcanzar)
Letanías
Santa María, madre de Dios y madre nuestra, ruega por nosotros.
Madre de Jesús, ruega por nosotros.
Madre del Emmanuel, ruega por nosotros.
Madre del mesías, hijo de David, ruega por nosotros.
Madre del Señor, ruega por nosotros.
Madre gozosa en Belén, ruega por nosotros.
Madre orante, ruega por nosotros.
Madre servicial, ruega por nosotros.
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre y hermosura del Carmelo, ruega por nosotros.
– Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
– Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración final. Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, estrella del mar, en esta novena acudimos a ti implorando tu amparo. Madre de Dios y madre nuestra, dirige tu mirada a todos los que invocamos tu auxilio, escucha nuestras plegarias y enséñanos a servir a Jesús con corazón sincero, como hiciste tú. Madre de misericordia y refugio de los pecadores, intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Blanca flor del Carmelo, / vid en racimo,
celeste claridad, / puro prodigio
al ser, a una, / Madre de Dios y Virgen:
¡Virgen fecunda!
Bajo noches oscuras / navega el alma,
enciende tú los rayos / de la esperanza,
y sé el lucero / que lleve nuestra nave,
segura al puerto.
– Ave María Purísima.
– Sin pecado concebida.