Con profundo gozo y sentido de comunión eclesial, los Carmelitas Descalzos, hijos de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, acogemos el nombramiento del nuevo Sucesor de Pedro como un signo de la permanente fidelidad de Dios a su Iglesia. La elección de un nuevo Papa no es sólo un evento institucional, sino una llamada del Espíritu al Pueblo de Dios a renovar su esperanza, su oración y su servicio.
Como comunidad contemplativa y apostólica, enraizada en la riquísima experiencia mística de nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, vivimos este momento como una ocasión para intensificar nuestra vocación: ser testigos del Dios vivo, presentes en medio de un mundo herido, muchas veces sin horizonte. Teresa, en los tiempos convulsos de la Reforma, percibió con gran lucidez que la Iglesia necesitaba almas entregadas, comunidades pequeñas pero fieles, «amigos fuertes de Dios», capaces de sostener con su vida y su oración el cuerpo eclesial.
Hoy, cuando el Espíritu Santo llama a un nuevo Pastor para guiar al rebaño de Cristo, renovamos nuestro compromiso de oración constante por él, y con él, por toda la Iglesia. Lo hacemos desde el silencio fecundo de la oración, desde la fraternidad sencilla y alegre de nuestras comunidades, desde la Palabra rezada y la liturgia celebrada con hondura. Nuestro modo de vida sigue siendo sencillo, centrado en lo esencial, pero está abierto a las necesidades más hondas del corazón humano, convencidos de que la verdadera reforma de la Iglesia nace de la conversión interior y de la comunión con Cristo.
Como bien lo entendió nuestra Santa Madre, la oración no es evasión, sino entrega apasionada por la Iglesia y el mundo. Por eso, en este nuevo tiempo, nos sentimos llamados a ser un apoyo invisible pero firme para el Santo Padre, ofreciendo nuestra vida por él, por su fidelidad al Evangelio, y por la misión universal que se le ha confiado.
Con María, nuestra Madre y Reina del Carmelo, queremos acompañar al nuevo Papa León XIV en este comienzo de su ministerio. Le ofrecemos nuestra cercanía, nuestra obediencia filial, y sobre todo, esa oración silenciosa que sostiene, en lo escondido, los grandes combates de la historia.
Que el Espíritu Santo lo colme de sabiduría y fortaleza. Que Cristo, el Buen Pastor, lo guíe. Y que Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz lo acompañen con su intercesión y su luz.
En comunión con toda la Iglesia,
P. Francisco Sánchez Oreja
Superior Carmelitas Descalzos Provincia Ibérica