El pasado 3 de noviembre, el Monasterio de la Encarnación de Ávila acogió la solemne celebración de la Eucaristía conmemorativa de la Toma de Hábito de Santa Teresa de Jesús, un acontecimiento de profunda significación en la historia espiritual del Carmelo y de la Iglesia.
La Santa, que ingresó en este monasterio en 1535, vivió aquel momento como una auténtica experiencia de conversión y entrega total. En el Libro de la Vida (cap. 4), Teresa relata cómo, tras vencer grandes luchas interiores, “en tomando el hábito, luego me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”, y cómo aquel gesto transformó su sequedad espiritual en una “grandísima ternura”.
Durante la Eucaristía, presidida por el P. David Jiménez Herrero, ocd, se recordó la hondura vocacional de este hecho: el paso de la joven Teresa hacia una vida enteramente consagrada al amor de Dios. Fue en el silencio y la humildad del claustro donde comenzó a germinar la obra reformadora que, años más tarde, renovaría la espiritualidad de la Iglesia.
La comunidad carmelita quiso destacar que esta celebración no es solo un recuerdo histórico, sino una invitación viva a renovar el sí a la llamada de Dios en cada tiempo y circunstancia. En palabras de la Santa, “no hay cosa que delante se me pusiese, por grave que fuese, que dudase de acometerla… porque si es solo por Dios, no hay que temer”.
Con un clima de oración y gratitud, los fieles participaron de la alegría de este aniversario, signo de fidelidad y de confianza en el Señor, evocando el día en que Teresa dejó el mundo para abrazar definitivamente el hábito del Carmelo.