Una vez más los jóvenes del Carmelo Joven Descalzo han compartido una experiencia nuevamente inolvidable de la mano de la Orden de Carmelitas Descalzos y el grupo de Carmelitas Seglares de Las Ermitas de Córdoba. Formación y convivencia, pilares fundamentales, entre los cuales se ha abordado un tema en especial: las determinadas determinaciones por el Amor, la Verdad, la Discreción y la Esperanza que queremos hacer vida en el Carmelo Joven Descalzo. Como Teresa expresó a sus hijas su determinación por orar hasta llegar a la fuente de agua viva que es Cristo, así nosotros, los jóvenes del Carmelo sentimos que Cristo pide que le sigamos a través de la determinación teresiana por estas cuatro virtudes.
La aventura comenzaba, como ya es costumbre, encontramos las puertas abiertas al llegar, solo faltaba abrir el corazón a Dios, dejando de lado el ruido de nuestra maleta, de la mano de la oración y el silencio, frente a él.
Amor, amar a Dios como uno mismo, amar al prójimo como Dios nos ama. ¿Sabemos que es amar o solo creemos que lo hacemos?. El amar no solo se demuestra con actos, sino que va más allá de esto, de hacernos pequeñitos dentro de un mundo donde todos buscan ser grandes, desde la discreción, «Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la prudencia y la discreción, y serán vida para tu alma y adorno para tu cuello.» (Proverbios 3:21-22) debemos ser humildes y sinceros en nuestro amor, permitiéndonos ponernos en el lugar del otro y no solo escucharle, sino que debemos rezar por él.
Dios está presente en el medio de donde se reúnan en su nombre, aun estando todos juntos oremos, debemos centralizar nuestra oración en el de al lado, aquel que ha sido sincero con nosotros, por parejas, pones toda tu confianza en la otra persona encendiendo una vela por su causa, no importa cual sea. Evitando caer en el error de la soberbia y egoísmo, ya que aunque nuestro problema nos pueda parecer más importante que el de la otra persona, debemos ser lo suficientemente humildes y llanos para poner el bienestar del prójimo por delante.
La verdad y la mentira, antagonistas que van de la mano. Caer en errores, no es una pérdida de verdad hasta que no se intenta camuflar, pero somos seres imperfectos y debemos evitar caer en la mentira, ya que fallar es parte de nosotros. Finalmente, la esperanza, cuántas veces hemos fallado al elegir la piedra en la que sostenernos. Aún siendo lo último a perder, se puede caer en depresiones del alma, ¿alguna vez nos hemos sentido enfermos del alma?
Entender un concepto, se hace un poco cuesta arriba cuando es abstracto, pero si lo ponemos en práctica todo se hace llevadero, pequeños grupos, puesta en común de inquietudes, pruebas y por supuesto, recompensas, tanto terrenales como espirituales.
La aventura culmina con un momento final de formación, en este caso no es impartida por nadie más, te encuentras solo, tomado de la mano de Dios, luchando contra pensamientos en un momento de silencio, experiencias, frases, imágenes, recuerdos. Tras dos días de intenso bombardeo de información, toca parar, tomar aire y comenzar a amueblar los conceptos de forma que nos sirvan de escalera para continuar la construcción de ese camino para seguirle y alcanzar la unión con Dios, caeremos en soberbia e imprudencia, en error y mentira, momentos bajos de esperanza, amor y egoísmo, pero el camino tiene baches, altos y bajos, ya que son estos los que nos aportan experiencias y más importante aún, son los que nos permiten valorar con mayor fuerza aquello que se anhela, el encuentro con Dios.
Lucía Velázquez Torres