Con el lema “Familia del Carmelo, familia teresiana”, el monasterio del Desierto de las Palmas acogió una jornada profundamente fraterna, marcada por el espíritu de la Pascua, el carisma de Santa Teresa de Jesús y la alegría de ser comunidad.
Desde primeras horas de la mañana, miembros de la gran familia carmelita —religiosos, religiosas y laicos— se reunieron en un clima de oración y fraternidad. Tras la acogida y los Laudes, el P. Eduardo Sanz de Miguel ofreció la reflexión “Peregrinos de esperanza”, en sintonía con el Jubileo 2025, invitando a vivir la fe con profundidad y compromiso.
El centro del día fue la celebración de la Eucaristía, presidida por el P. Francisco Sánchez, Superior Provincial. En su homilía, inspirada en el Evangelio del día y en las palabras de Santa Teresa, recordó que “Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida”, y alentó a los presentes a vivir una fe encarnada, alimentada por la amistad con Cristo y la fraternidad auténtica. “Tu amor me basta”, proclamó con fuerza, animando a encarnar ese amor en gestos concretos de servicio y comunión.
Durante la mañana, también se ofrecieron distintos talleres: paseos por el entorno del Desierto, visita al museo del monasterio, testimonios vocacionales y presentación de la misión carmelita en África. Cada actividad fue una oportunidad para compartir, aprender y estrechar lazos.
Tras una comida fraterna en torno a una paella, la jornada concluyó con un momento especialmente sentido: un concierto-oración dirigido por los postulantes y la comunidad de Valencia, que ofrecieron música, adoración y testimonio, en una atmósfera de recogimiento y alegría compartida.
Una jornada vivida como verdadera familia, donde resonó con fuerza el espíritu teresiano: oración, fraternidad y misión en el corazón del Carmelo.