El 26 de mayo de 2025 se cumplen 450 años de la llegada de Santa Teresa de Jesús a Sevilla, ciudad que no entraba en sus planes fundacionales, pero a la que fue conducida por el camino de la obediencia. Obligada por la voluntad del P. Jerónimo Gracián, entonces Visitador de los Descalzos, y pese a sus propias dudas, la Santa emprendió desde Beas un viaje difícil, lleno de contratiempos, calor y pobreza, para fundar el primer convento de Carmelitas Descalzas en Andalucía.
El camino hacia Sevilla fue toda una escuela de humildad y confianza. En carros prestados, sin recursos y confiadas únicamente a la Providencia, la comitiva de religiosas —entre ellas María de San José, futura priora de la casa sevillana— sufrió enfermedades, carestías, disputas, insolaciones y peligros como el paso accidentado del Guadalquivir en Espeluy o los tumultos en Córdoba. Aun así, como bien recordaba la Madre Teresa, todo se pasaba “riendo y componiendo coplas”, con el humor y la fe que la caracterizaban.
El 26 de mayo de 1575, tras nueve días de viaje, llegaban por fin a Sevilla, a una casa pobremente habilitada en la calle de las Armas. Lo que encontraron allí distaba mucho de la prometida ayuda: colchones viejos, chinches, utensilios prestados que pronto fueron reclamados, y una extrema necesidad que apenas pudieron paliar con manzanas y pan. Aun así, desde la indigencia y la incomodidad, comenzó una vida conventual intensa, ejemplo de entrega total al ideal teresiano de pobreza, clausura y oración.
Hoy, cuatro siglos y medio después, damos gracias por esta fundación nacida del sacrificio, y celebramos la presencia viva del Carmelo teresiano en Sevilla. Que el testimonio de nuestra Madre Santa Teresa y de sus primeras compañeras siga inspirando nuestra vocación en fidelidad creativa al espíritu del Carmelo Descalzo.


