Comienza mirando a Jesús. Que evangeliza mirando a los enfermos, poniéndose en camino hacia ellos, tocando sus heridas, regalándoles palabras de gracia, inclinándose. Y esto lo sigue haciendo hoy. Esta es su alegría desbordante.
No hay humanización del mundo de los enfermos sin humanización de uno mismo. Mucho más eficaz que la improvisación es la formación, para aprender de todos los mensajes que los enfermos transmiten y crear con ellos un vínculo sanador.
Descubre tu misión. En la sociedad actual, sobrecargada de tensiones y conflictos internos Jesús te invita a religarte a los enfermos, a contarles una historia de amor, a comunicarles esperanza. El tiempo que pasas junto a un enfermo es un tiempo santo, alabas a Dios y haces más creíble la evangelización.
Mira con atención la santidad en los enfermos. El Espíritu Santo está sobre ti y te ha ungido para mirar con compasión y ternura la grandeza de cada enfermo que está en la periferia. Cada uno de ellos es “un aliento profético, un testimonio vivo” (GE 8).
Ponles música. Frente a la cultura del descarte y la indiferencia, no mires hacia otra parte, no intentes disimular la realidad; detén tus pasos, dirígete a ellos, ponles música, entra en su casa con la alegría del Evangelio en los labios. El enfermo, más allá de tus lamentos y tristezas, busca en ti recuperar la esperanza. Tú puedes embellecer su vida con colores, puedes inspirar su vida con el aliento del Espíritu.
Diles desde el corazón, en este momento: Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte.
Déjate evangelizar por ellos. Tú los miras, pero ellos también te miran. Y en su mirada te evangelizan. Ellos te hacen amigo/a de Jesús. No son algo, son alguien.
Entra en el asombro. Cuando das tu vida, recibes la vida del enfermo, y ambos entráis en el asombro, la vida tiene sabor a bienaventuranza. Cultiva la capacidad de asombro y agradecimiento por todo lo que has recibido para poder dar esperanza a los enfermos. Estar cerca de los que sufren es un don que llena de buen perfume toda la casa.
María te regala sus actitudes para con los enfermos.
- DISPONIBLE: “Aquí estoy. Aquí me tienes, pobre para ti”.
- PEREGRINA DE LA FE: se pone en camino, para servir.
- AGRADECIDA: proclama la grandeza de Dios, con sus propias palabras, sin miedo.
- CONTEMPLATIVA: guarda todas estas cosas en el corazón.
Recuerda estas palabras de Santa Teresa: “Antes falte lo necesario a los sanos, que algunas piedades a los enfermos”.
PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DE LOS ENFERMOS
Pistas de agradecimiento de parte de los enfermos
Gracias. Con vuestra escucha, cercanía, ánimo, ayuda, ternura, respeto, gratuidad, alegría… habéis logrado que nuestra vida, como enfermos, tenga sabor a bienaventuranza.
Gracias. Vuestra mirada ha sacado de nosotros una santidad que desconocíamos. Sólo teníamos delante el dolor. No acertábamos a dar con la belleza que llevamos dentro.
Gracias. Nos habéis recordado a Dios, cuyo mirar es amar. A veces le hemos preguntado por qué, sin entender sus caminos. Vuestro tiempo, pasado gratuitamente junto a nosotros, ha avivado la luz de Dios en nuestra oscuridad.
Gracias. Vuestra sentada, a menudo silenciosa porque no sabíais qué decir, la hemos visto como un apoyo mayor que si nos hubierais dicho grandes discursos.
Gracias. Porque habéis aceptado nuestros ritmos y os habéis adaptado a nuestro aire. Como enfermos no siempre estamos igual. Hay momentos en que necesitamos una mano que agarre la nuestra, en otros buscamos la calidez de la palabra, y en otros lo que necesitamos es silencio y soledad.
Gracias. Porque habéis permanecido, a veces, largas horas velando nuestra debilidad. En vuestros ojos cansados, con sueño, hemos visto el amor.
Gracias a ti, María, madre de la vida. En cada mirada que nos han regalado hemos visto tus ojos, siempre misericordiosos. En cada sonrisa hemos visto la tuya. En cada gesto hemos visto los tuyos. Todo se ha recreado en tu fuente.
P. Pedro Tomás Navajas, ocd