Esta semana, se ha celebrado en El Escorial (en Madrid) la Asamblea Nacional de Obras Misionales Pontificias, la institución de la Iglesia que promueve el espíritu misionero en el mundo.
En España tenemos más de 10.600 misioneros repartidos por 136 países. Uno es de ellos es Pedro Luis Rodríguez Aliste, carmelita descalzo que lleva en América Latina desde 1995, cuando visitó por primera vez y que acaba de publicar un libro con sus memorias en la editorial Fonte: 'Donde la vida duele'. Son algunas de las personas que han estado al lado de este misionero en los últimos 27 años en sus dos destinos: Ecuador y Argentina.
Este misionero carmelita ha llevado el Evangelio por algunos de los puntos más recónditos y necesitados del mundo.
Pedro Luis Rodríguez Aliste nació en Fontanillas de Castro, un pueblo de 90 mil habitantes que se encuentra entre Zamora y Benavente; un lugar de la España vaciada donde creció en el seno de una familia cristiana.
Estudió en el seminario menor de los Carmelitas Descalzos en León y allí, poco a poco, le surgió la vocación por el sacerdocio; una idea a la que Pedro Luis dio muchas vueltas durante aquellos años. Y fue durante su ordenación en 1986 cuando tomó la decisión de que sería misionero.
Y en 1995 llegó ese momento y viajó por primera vez a Ecuador, a la Selva Amazónica. Aquellos primeros años fueron todo un descubrimiento. Pasó de la sequedad de su pueblo a la extrema humedad de la selva, donde sus hermanos carmelitas llevaban ya más de 25 años. Lo que vio allí (esa pobreza) lo dejó impresionado desde el primer momento. Después de ver esto, Pedro Luis se dio cuenta de que tenía que renunciar a todos los lujos. Él y sus hermanos renunciaron a ir en coche y comenzaron a ir descalzos, como uno más: se dedicaban a recoger café y cuidar de los animales.
Y en 2011 se fue a Argentina, a Tucumán, la quinta mayor ciudad del país (600.000 habitantes), la experiencia de la que habla en su libro. Para él fue trabajar en las periferias de las que siempre habla el papa Francisco: los barrios más humildes y peligrosos, las situaciones vitales de mayor necesidad. Curiosamente le pilló allí en Argentina la elección del Papa Francisco. El mensaje de “ir a las periferias” fue el que le animó a escribir este libro.
En Argentina pasó 5 años y después, en 2016, volvió a Ecuador. Ahí, además de llevar 22 comunidades parroquiales, está desarrollando ahora el mayor de sus proyectos: 'Las casas de los niños', iniciado en 1999. En él atienden a unos 200 niños, a los que ayudan por las tardes a estudiar. Es muy habitual que las chicas jóvenes estén a cargo de varios hermanos por las tardes y no puedan estudiar.
Fuente: https://www.cope.es