«Yo le pediré al Pa­dre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíri­tu de la verdad»

13 May 2023 | Evangelio Dominical

Los domingos de Pascua repasamos y revivimos, si le ponemos un poco de empeño, las principales realidades de nuestra experiencia cristiana. Comenzamos por lo más grande e importante que es el encuentro real e histórico con Cristo Vivo y resucitado que viene, vuelve una y otra vez, las que sean necesarias, para encontrarse con nosotros, hacernos conscientes de que podemos y tenemos que seguirle, ser sus «amigos fuertes» como resumía Teresa de Jesús tantas y tantas horas de diálogo vital con Él. Después, continuamos por la iglesia, el «hábitat» inmediato donde Cristo se encuentra y puede (tendría que poder) actuar, lugar donde habita y se transmite la gracia en la oración, la celebración, los sacramentos de un modo histórico y efectivo que manifiesta a las claras la irreversibilidad de la redención. Nos empezamos a preparar hoy para la culminación de todo, para cerrar el círculo de la fe y la experiencia: la realidad del don del Espíritu Santo. Jesús mismo, en el Evangelio, lo conecta con la guarda de los mandamientos, que es efectiva y concretamente, permanecer en su amor después de haberlo experimentado y reconocido como lo mejor de la existencia. Todo arranca, nos recuerda, desde su oración, su intercesión única, efectiva y actuante siempre: Jesús ha pedido al Padre, en base a todo lo vivido, que envíe «otro» Defensor, es decir, otro como Él, para estar siempre con nosotros y lo llama el Espíritu de la verdad. Es un don claramente para los creyentes, que el mundo no puede recibir porque aun no está preparado y así ni lo ve ni lo conoce. Nosotros sí, dice Jesús, lo conocemos porque ya está aquí, vive con nosotros, nos es connatural pues siempre ha estado con Jesús y por tanto entre los hombres, desde la Encarnación. Se manifestó especialmente en el Bautismo y acompañó a Jesús y los suyos durante toda la vida terrena. Ahora que Jesús está cercano a volver al Padre, a la invisibilidad, omnipresencia, omnipotencia de Dios, pide con toda justicia al Padre que lo envíe. Así no estaremos huérfanos o perdidos, pero hay: estaremos vivos gracias a Él, que es el Viviente y seremos conscientes de la unidad de Jesús con el Padre y de la nuestra con Él. Todo lo dicho se funda no en sentimientos o adscripciones sino en la «guarda de los mandamientos». Ese manifiesta, amando, que es y ha sido amado y que participa de la manifestación de la comunión entre Padre e Hijo, que es la revelación y cumplimiento de las promesas de Dios.

Primera lectura: Hechos de los apóstoles 8, 5-8. 14-17

Segunda lectura: 1Pedro 3, 15-18

Evangelio: Juan 14, 15-21