«Mirad que nadie os engañe»

15 Nov 2025 | Aventuremos la Vida, Evangelio Dominical

El penúltimo domingo del año litúrgico se dedica a escuchar y celebrar los discursos de Jesús sobre los últimos tiempos, sobre cómo terminará este mundo. El tema no podía faltar en la enseñanza de los maestros de la época y menos en la de Jesús que anunciaba con palabras, obras y gestos que, de alguna manera, este mundo ya había terminado y que Dios mismo estaba comenzando la renovación misma de la creación. Jesús comienza su exposición hablando del templo judío de Jerusalén que sus oyentes tanto admiran; estaba considerado como una de las grandes maravillas del mundo y realmente el rey Herodes había invertido mucho tiempo y riquezas en embellecerlo, respetando todas las indicaciones que la Escritura ordenaba para construirlo. Jesús, en cambio, anuncia que todo eso será destruido hasta los mismos cimientos. Afirmar que el mismo Dios destruirá el signo principal del cumplimiento de la Alianza que consagra al pueblo y la tierra y le da sentido, es algo muy importante y decisivo y todos los profetas han tenido que dar cuenta de por qué lo decían. Por eso es lo más importante que Jesús afirma en este discurso. Pero quienes escuchan parecen más interesados en cuando sucederá que en el hecho mismo y su significado. Jesús les enseña que los tiempos y fechas no importan y que tienen que estar atentos, en cambio, a qué nadie los engañe hablando falsedades, precisamente, sobre fechas y signos de destrucción. Porque todo esto no va a faltar y por eso no son lo decisivo. Ya sean guerras o catástrofes naturales, se han venido sucediendo desde entonces y lo más importante ante ellas no es alarmarse o alarmar a nadie sino conservar la fe y la verdad recibida del mismo Jesús y dar testimonio de su presencia y acción en medio de un mundo que lleva derrumbándose desde entonces, si no antes. No se puede predecir la fecha de los desastres que dependen de qué se colme la paciencia de Dios e intervengan las fuerzas históricas, pero sí hay que saber que los que crean en Jesús serán perseguidos, despreciados, amenazados de extinción en muchas ocasiones, llevados al límite por sostener la verdad y no querer comulgar con las mentiras. Jesús dice también aquí que esta misma verdad será, es, nuestra mejor defensa porque no es una opinión más o solo una esperanza que se sostiene en el aire sino el sentido mismo de la realidad, tal como revela una razón no obnubilada por ideologías y falsedades y la revelación, tanto del antiguo como del nuevo Testamento. A pesar de estas persecuciones, Jesús nos recuerda que los cristianos estamos personalmente protegidos por Dios, en persona, y por tanto, nada que sea verdaderamente nuestro, en el alma o el cuerpo, nos será arrebatado. Y será la perseverancia, el permanecer en Cristo, Camino, Verdad y Vida, el vivir realmente como sus «amigos fuertes» lo que salvará nuestras almas, nuestras vidas y nos sostendrá hasta que se consume todo y se pueda realizar, por fin, como rezamos cada día, la voluntad de Dios en la tierra como ya se realiza en el cielo.