«He venido a prender fuego a la tierra»

16 Ago 2025 | Aventuremos la Vida, Evangelio Dominical

Seguimos escuchando las palabras de Jesús, tomadas del mismo discurso del cual ya hemos leído los domingos anteriores en el Evangelio según San Lucas. Esta vez, Jesús habla de sí mismo como de alguien que ha venido a crear problemas no a resolverlos, a hurgar en las heridas y no a cerrarlas… Ciertamente sus palabras no dejan indiferente a nadie y él siempre expuso claramente su postura. Nunca quiso engañar aunque fuese mediante «mentiras piadosas» o con el fin de atraerse más seguidores. Jesús ha expuesto cuál va a ser su camino y nunca ha hablado de triunfo o de servirse del poder de Dios para sus fines personales o los de sus seguidores. Su camino acaba en el total fracaso según lo humano. Pero, como los profetas, como Jeremías (primera lectura) debía testimoniar la verdad, aunque no guste o no sea políticamente correcta o humanamente conveniente y Él había venido a salvar, redimir, sanar a un hombre dañado en lo más íntimo de su ser por un mal que afecta a la misma creación divina y eso no se podía hacer con meras buenas intenciones o palabras. Por eso dice, bien gráficamente, que ha venido a «prender fuego a la tierra», con sus palabras y obras. Jesús lo identifica con su «bautismo», dando a entender claramente que el fuego se lo llevará a Él por delante o que será la misma consumación de la Misión que ha emprendido. Y esto ocasionó, ocasiona y ocasionará una gran división en el mundo, las familias y aún dentro de cada uno. Este fuego será una «crisis», una purificación, limpieza o liberación de todos los engaños y autoengaños, de todo aquello recibido o producido que nos impide caminar de verdad hacia nuestra verdadera meta. Realmente Cristo y una real vida cristiana exigen mucho de nosotros. Cuando recibimos la llamada, todo es ilusión y buena voluntad pero enseguida empezamos a conocer los obstáculos en nuestra formación y manera de ver la vida y, lo que es peor, en cómo la vivimos. El fuego encendido por Jesús nos guía y orienta pero el camino es largo y dificultoso. Hoy se nos ha advertido que si lo estamos encontrando demasiado fácil es que, quizá solo quizá, lo hayamos perdido.