«Este es el Rey de los judíos»

19 Nov 2022 | Evangelio Dominical

El domingo anterior recordábamos que el reino de Dios haciéndose realidad en el mundo es Jesús, y cuantos le queramos seguir, y dar nuestra vida con Él. En esta fiesta de hoy, el último domingo del año litúrgico, celebramos (revivimos y nos adherimos) a esta gran Verdad: Jesucristo es el Reino cumplido de Dios entre nosotros, el Rey, en una sola palabra y realidad. Él significa el principio del fin hacia el que marchamos además de la confirmación de la victoria final de esta causa, que es la de Dios y la del hombre cuando quieren vivir en comunión. Hoy, decíamos, lo celebramos y también así lo proclamamos y sabemos que este anuncio no es una idea, una utopía, sino que tiene un sólido (aunque poco prometedor humanamente) asiento en la historia. Es la línea establecida por la proclamación de David en Hebrón (primera lectura), que hace realidad la promesa y la unción de Dios sobre él, haciéndole pastor, esto es, aquel que dirige al pueblo en sus entradas y salidas, quien lo guía entre las inciertas circunstancias de la historia. Así, Jesús, hijo de David también es proclamado «rey de los judíos» aunque desde la cruz en medio del desprecio general de todos los que miran y siendo solo acogido por un ladrón, también crucificado, que se agarra a un clavo ardiendo, como se suele decir, porque es el último que le queda. Hasta aquí la historia, el fin aparente de las ilusiones de un «revolucionario» pero, en realidad, lo que contemplamos es la verdadera acción de Dios. Jesús, llevando al extremo, al límite, al final su misión, instaura de modo definitivo la presencia y la acción divinas que ha mostrado en toda su vida con palabras y gestos. Sobre esa cruz está el reino de Dios, que sufre persecución, desprecio, que muerte y se entrega pero es capaz de mostrar y hacer presente al mismísimo Dios que escucha y va cambiando los corazones de todos los que le contemplan y acogen. Es la mejor y más grande esperanza que tenemos en medio de esta lucha de ideologías destructivas, de la guerra misma que nos amenaza cada vez por más lugares. La cruz, el reino de Cristo, su Rey, se alzan por encima recordándonos que no estamos solos, que no hay temer más a perder la fe y la confianza en Él.

Primera lectura: 2Samuel 5, 1-3

Segunda lectura: Colosenses 1, 12-20

Evangelio: Lucas 23, 35-43