«Aprended de esta parábola de la higuera»

16 Nov 2024 | Evangelio Dominical, Sin categorizar

Escuchamos hoy lo que fue la última enseñanza de Jesús antes de su Pasión, antes de culminar su Misión con la entrega de su vida. Según san Marcos, Jesús habló también del tema más candente en su época –y en la nuestra–: qué sucederá al final de todo, cómo será el fin del mundo. Según el texto, Jesús se ciñó a la tradición bíblica que hablaba de un gran cataclismo (primera lectura) en medio del cual aparecerá, de modo definitivo, la salvación de Dios para su pueblo. Esto es: la Escritura enseña y Jesús corrobora que este mundo no acabará tras alcanzar la humanidad el paraíso terrenal, la paz universal y la convivencia entre todos los pueblos, naciones, alejados el sufrimiento y el dolor, sino en medio de una gran confrontación, la última, tras la cual el Señor actuará de modo inequívoco y definitivo. El tema se ha abordado siempre en medio de las crisis, desastres y devastaciones sociales que ha atravesado la humanidad y Jesús, sin duda, también lo hace en vísperas del fin de su vida. Él va a desaparecer, va a morir claramente en este mundo y anuncia lo que sucederá cuando comience a cumplirse lo que culmine con esta muerte. En primer lugar, es claro que el mundo que conocemos se desmoronará. De hecho, Jesús comienza este discurso (cfr. Mc 13,1ss.) profetizando el final del Templo de Jerusalén y la ciudad santa: todos estos edificios «serán destruidos, sin que quede piedra sobre piedra». Y la destrucción alcanzará a todo lo que vemos y conocemos: el sol, la luna, las estrellas dejarán de ser el referente que nos asegura cada mañana que todo está en su sitio y dejarán de dar su luz y sostener el firmamento. Todo se desmoronará. Pero todo esto no es más que un escenario, aunque ciertamente terrible, para que todos puedan contemplar al «Hijo del Hombre» que vendrá sobre las nubes «con gran poder y majestad», enviando a los ángeles a reunir a los suyos dondequiera que estén. En el texto no se dice si ésta será la ocasión para que algunos o muchos recapaciten, aunque sí aparece en otros textos como el Apocalipsis (sin demasiada esperanza de que quien no se haya convertido antes lo haga aun en estas circunstancias extremas). Como enseñanza práctica, Jesús aporta esta parábola de la higuera: estos signos anunciarán, de modo cercano, lo que viene. También anuncia que no tardará y, de hecho, estos signos aparecieron y siguen apareciendo, aunque no hasta el extremo de que se derrumbe todo, en cada generación. De hecho, cada generación ve llegar su ocaso, como cada persona, ese fin personal que es anticipo del fin de todas las cosas. Pero también dice que nadie en este mundo conoce ni conocerá el día y la hora, ni siquiera Él, como hombre. Eso está por completo en las manos de Dios. En las nuestras, está y siempre estará el reconocer que este proceso ya está en marcha y reconocer al Hijo del Hombre que viene a cada uno y a todos en las circunstancias agradables y desagradables, que Cristo está siempre con nosotros, todos los días, hasta el final de este mundo.

Primera lectura: Daniel 12, 1-3

Segunda lectura: Hebreos  10, 11-14. 18

Evangelio: Marcos 13, 24-32