Santa Teresita: la aventura de confiar en lo pequeño

30 Sep 2025 | Aventuremos la Vida

Cuando Teresa de Lisieux —la joven carmelita que el mundo conocería después como Santa Teresita del Niño Jesús— obedeció a sus superioras y comenzó a escribir sus recuerdos, difícilmente pudo imaginar la repercusión que tendrían sus páginas. Historia de un alma no es una autobiografía al uso. Es un testimonio sencillo y transparente, donde la protagonista se deja ver en su fragilidad, en sus deseos más hondos y en su camino de fe vivido con radicalidad en lo ordinario.

Lo que sorprende de inmediato es la naturalidad con la que Teresita habla de Dios. No se coloca en un pedestal, no finge heroicidades. Habla como quien conversa con un Padre amado, con la frescura de una niña y la lucidez de una mujer que ha descubierto en el corazón del Evangelio la verdadera aventura: confiar sin reservas.

Una vida escondida, un mensaje universal

En el Carmelo de Lisieux no había viajes, grandes obras sociales ni discursos ante multitudes. Había oración, silencio, comunidad y tareas diarias. Justo ahí, en lo que parece insignificante, Teresa descubrió un tesoro que cambiaría la vida de muchos: la llamada “pequeña vía”. Su intuición es tan simple como revolucionaria: lo importante no es hacer mucho, sino amar mucho.

Con esa mirada, lo cotidiano se transforma. Un gesto amable, una palabra de paciencia, una sonrisa ofrecida aun en la dificultad… todo puede ser lugar de encuentro con Dios. Historia de un alma es, en ese sentido, un mapa espiritual donde se revela que la grandeza de la santidad no está reservada a unos pocos, sino al alcance de todos.

El atrevimiento de la confianza

Uno de los ejes de su relato es la confianza radical. Teresa no se presenta como una mujer fuerte o autosuficiente, sino como alguien que se sabe débil, pero sostenida por el amor de Dios. Su audacia consiste en lanzarse a los brazos del Padre con la certeza de que será acogida. “Jesús no mira tanto la grandeza de las acciones, sino el amor con que se hacen”, escribe.

En un tiempo como el nuestro, marcado por la exigencia de éxito, la autoexigencia desmedida y la comparación constante, su palabra resulta provocadora. Frente a la ansiedad de “valer por lo que logro”, Teresita enseña que lo esencial es dejarse amar y responder con pequeños gestos de amor.

Una mística de lo cotidiano

La lectura de Historia de un alma sorprende por su tono íntimo, casi familiar. No es un tratado de teología sistemática, pero en sus páginas se esconde una de las intuiciones espirituales más fecundas de la Iglesia moderna. Su “mística de lo cotidiano” convierte cada momento en lugar de gracia.

Teresita no huye del sufrimiento: lo atraviesa con la certeza de que también ahí se puede encontrar a Dios. Su confianza se volvió más luminosa precisamente en la enfermedad, en la oscuridad de la fe, en la noche en que parecía que Dios callaba. De ahí nace su enseñanza: no hay situación que quede fuera del alcance del amor.

Aventuremos la vida con Teresita

Hoy, más de un siglo después, su mensaje sigue fresco. Teresita nos invita a vivir de otra manera: a no despreciar lo pequeño, a reconocer la belleza escondida en lo ordinario, a atrevernos a confiar aun cuando no vemos con claridad el camino.

En la sección “Aventuremos la vida”, su testimonio es un faro: la vida no se mide por la magnitud de nuestras obras, sino por la hondura de nuestro amor. La aventura que propone no está en los grandes escenarios, sino en el día a día: en cómo tratamos a quienes nos rodean, en cómo gestionamos nuestras fragilidades, en la fe con que nos abandonamos a Dios.

Santa Teresita nos muestra que cada gesto puede ser eterno, cada instante puede convertirse en lugar de encuentro, cada vida —por pequeña que parezca— puede abrir un camino de esperanza para muchos.