Querida familia del Carmelo Descalzo:
En esta Noche Santa, cuando el silencio se llena de luz y Dios vuelve a hacerse pequeño, deseo acercarme a cada uno de vosotros para desearos, de corazón, una Feliz Navidad.
Ante el Niño que nace en Belén, ponemos hoy toda la vida de nuestra Provincia:
las comunidades de frailes, con su entrega pastoral cotidiana; nuestros colegios, donde se educa la mente y el corazón; la editorial, que sigue ofreciendo palabra, pensamiento y espiritualidad; las casas de espiritualidad y hospederías, lugares de acogida, descanso y búsqueda de Dios; nuestras parroquias, donde el Evangelio se hace cercanía, escucha y servicio, las cofradías del Carmen, que mantienen viva la fe del pueblo y la expresan con belleza y compromiso; el Carmelo Joven Descalzo, signo de esperanza y de futuro, donde tantos jóvenes descubren su vocación y su camino; nuestros museos, custodios de la memoria, la fe y el patrimonio espiritual del Carmelo; y las entidades y proyectos sociales, donde el carisma se traduce en atención, acompañamiento y defensa de la dignidad de los más vulnerables.
Ponemos también en sus manos a nuestras comunidades de África, en los tres países donde estamos presentes, con sus desafíos, su esperanza joven y su testimonio sencillo y valiente; así como la vida y misión del Vicariato de América, con su riqueza humana, cultural y eclesial.
En esta noche tan santa, quiero tener un recuerdo especial y agradecido para las Hermanas Carmelitas Descalzas, cuya vida escondida, fiel y orante sostiene silenciosamente la misión de toda la Iglesia. Gracias por vuestra oración constante y por vuestro seguimiento radical del camino teresiano.
Y junto a ellas, abrazo con afecto a todos los miembros del Carmelo Seglar, que en medio de la vida familiar, laboral y social hacéis latir cada día el carisma teresiano-sanjuanista, mostrando que Dios habita también en lo cotidiano.
Queremos recordar también, en esta Noche Santa, a las congregaciones e institutos afiliados a la Orden, con quienes compartimos un mismo carisma teresiano-sanjuanista y una profunda comunión espiritual. Vuestra vida consagrada, expresada en la diversidad de ministerios, presencias y servicios, enriquece y ensancha la familia del Carmelo Descalzo.
Que este Niño Dios, pobre y frágil, sea el centro de todo lo que somos y hacemos;
que nos enseñe la humildad, la fraternidad y la confianza;
y que renueve en cada uno de nosotros la alegría de sabernos llamados a caminar juntos.
Feliz Navidad.
Que la paz, la luz y la ternura de Belén habiten vuestros corazones y nuestras comunidades.
Con afecto fraterno,
Francisco Sánchez Oreja


