Continuamos este camino de novena a Nuestra Señora del Carmen con el corazón dispuesto y la mirada puesta en la mujer que escuchó a Dios y creyó en su Palabra. Hoy contemplamos a María como modelo de fe y de docilidad interior, aquella que acogió con confianza el anuncio del ángel y se fió del designio de Dios, aun sin comprenderlo del todo.
María no vivió una fe fácil ni exenta de pruebas. Su camino fue el de quien confía más allá de las evidencias, de quien guarda la Palabra en el corazón y la medita (cf. Lc 2,19), dejándose conducir paso a paso por el Espíritu. Ella no solo escuchó con los oídos, sino con el alma entera: escucha que se hace obediencia, y obediencia que se convierte en servicio.
La Virgen del silencio fecundo
En el Carmelo, María es la mujer del silencio lleno de presencia, de contemplación amorosa, de disponibilidad. Nos enseña a escuchar a Dios en lo profundo del alma, donde habla en voz baja, como a Elías en el Horeb. La vida carmelitana, como la de María, se asienta sobre el silencio que acoge y la escucha que transforma.
Santa Teresa lo entendió bien cuando invitaba a sus hijas a guardar recogimiento interior para encontrar al Señor. Ella veía en María el icono perfecto de esta actitud de fe serena y activa: “Parezcámonos en alguna cosita a esta Virgen tan santa…”
Aprender a creer como María
El mundo de hoy necesita testigos de una fe serena y firme, arraigada en la confianza y no en la prisa o la ansiedad. Necesitamos aprender de María a decir cada día nuestro “sí” al Señor, incluso cuando no todo está claro, incluso cuando el camino parece oscuro. Su fe nos enseña a caminar seguros, no porque lo entendamos todo, sino porque sabemos en quién hemos puesto nuestra esperanza.
Oración del día
Virgen del Carmen,
mujer de escucha y silencio,
modelo de fe sencilla y profunda,
ayúdanos a abrir el corazón a la Palabra de tu Hijo.
Enséñanos a guardar en nuestro interior
lo que no comprendemos del todo,
a creer incluso en la noche,
y a servir con alegría, como tú lo hiciste.
Acompáñanos en este camino
para que, como tú, vivamos con Dios en el centro.
Amén.


