UNIDAD-GENEROSIDAD-PARTICIPACIÓN
En el Domingo de la octava de Pascua conocido, también, como de la Misericordia, se celebró la XIX “Comida de Misiones” (2023), un clásico en la difusión pastoral de los OCDS del Santo Reino. Cada año, sin faltar a la cita, se realiza el evento que satisface a todos, con una estructura fija y sencilla, propia de la Jornada; pero dinámica y expectante. Evidentemente, no faltan las inquietudes, preocupaciones, brega, y todo cuanto depende de los hombres; la parte divina, se ve que está asegurada; no falla nunca; está marcada por la generosidad del Señor, como se ve, en casi una veintena de ocasiones festejadas.
A la hora del “ángelus”, mejor, del Regina Coeli, comenzó la Eucaristía en la iglesia conventual de las Madres Carmelitas Descalzas. Y aunque el templo parece que no es muy grande, sin embargo, hay que llenarlo ¡Y vaya si se llenó! Sacaron sillas, y aún seguían fieles de pie. Retumbaba la nave del templo como un pueblo en fiesta con sus plegarias y cantos. Se superaba el centenar con largueza de asistentes, y destacamos la compañía de toda la comunidad de madres carmelitas que nos hacen mucho bien con su presencia y cercanía.
Siguiendo con la Eucaristía, celebrada por el padre asistente de la Fraternidad, preparada y servida con exquisito gusto por todos, hubo ocasión en la acción de gracias para escuchar el audio que envió Nuestro Padre General desde Roma, grabado el viernes santo, solidarizándose y animando a cuantos se mueven en esta obra benéfica y misionera del Carmelo, desinteresadamente. La audición se acogió con un fuerte aplauso agradecido por toda la asamblea.
¿Fueron todos al almuerzo? A contar por los comensales, en las naves del Seminario Diocesano, asistieron unas 120 personas, distribuidas en mesas, presididas por las banderas de distintos países y la región de Andalucía. Lugar especial correspondió a Ucrania y Siria, países fuertemente necesitados y a donde se dirigen los fondos misioneros de este encuentro. Algunos prefieren entregar un donativo, correspondiente al cubierto, porque por la imposibilidad, distancia, salud, enfermedad… eligen participan de esta manera generosamente.
Y de la misa a la mesa. Una comida reposada, compartida y servida, que concluía con el café y la popular rifa de los objetos donados para obtener fondos misionales. Medio centenar de regalos se entregaron; la mayoría llevados y preparados por la misma Fraternidad del Carmelo giennense. Se ve que cuando las cualidades se ponen en juego brota la unidad y la participación con generosidad. Y todo por las misiones del Carmelo, de la Iglesia, para el Señor. Si hubiese que felicitar a alguien me inclinaría por cuantos han colaborado, de una manera u otra; poniendo a la cabeza a la presidenta de la Fraternidad.