Semana de Oración por la unidad de los cristianos

18 Ene 2025 | Actualidad

Correspondió al papa León XIII sancionar la participación católica en estas jornadas de oración por la unidad visible de la Iglesia mediante el breve Provida Matris (1895); dos años más tarde, por medio de la encíclica Divinum illud (1897), establecía una novena a perpetuidad para alcanzar este fin. Sin embargo, no será hasta 1935 que el sacerdote francés, Paul Couturier, en la ciudad de Lyon, comience un Octavario de oración por la unidad  junto a miembros de otras denominaciones cristianas, bajo la máxima, «la unidad que Dios quiera, por los medios que él quiera».

Apunta M. D. Chenu que Couturier definía este Octavario como «una convergencia de oraciones de todas y cada una de las confesiones cristianas, con plena libertad e independencia, que se dirigen hacia el Cristo que todos amamos, adoramos y predicamos […] La Octava excluye todo aquello que de cerca o de lejos pudiera perjudicar la independencia espiritual y la libertad religiosa de cada confesión. Celebrar la Octava quiere decir prepararse, espiritualmente, para la tan implorada reunión, y prepararse a ella por la misma súplica. No pretendemos otra cosa».

Este aprecio por la Semana de oración por la unidad, quedó definitivamente refrendado en el Concilio Vaticano II, que al referirse a la oración, la define como «el alma de todo el movimiento ecuménico» (UR 8), constituyéndose así en parte esencial de dicho movimiento. Un gesto significativo en este sentido tuvo lugar en 1966, cuando la Comisión de «Fe y Constitución» del Consejo Mundial de Iglesias y el entonces Secretariado Romano para la Unidad de los Cristianos se dispusieron a colaborar de manera conjunta en la elaboración de los textos que se proponen cada año para su celebración.

Este año 2025, bajo el lema, «¿Crees esto?» (Jn 11,26), la comunidad de Bose, Italia, ha sido asignada para la confección de las oraciones y reflexiones que se emplearán durante la Semana de oración por la unidad (18-25 de enero), con la peculiaridad de que este año se celebra el 1700° aniversario del primer Concilio ecuménico, que tuvo lugar en Nicea, cerca de Constantinopla (325). Al respecto, apuntan los hermanos de Bose: «Esta conmemoración ofrece una oportunidad única para reflexionar y celebrar la fe común de los cristianos, expresada en el credo formulado durante este Concilio; una fe que permanece viva y fecunda en nuestros días».

Con mucho acierto, y en sintonía con lo expresado por los monjes de Bose, los obispos de la Subcomisión Episcopal para las Relaciones interconfesionales y Diálogo interreligioso de la CEE, en el tradicional mensaje que nos hacen llegar cada año con motivo de estas semanas de oración, indican que «hoy como siempre necesitamos un lenguaje común de la fe, sin el que será muy difícil salvar la unidad de fe de las Iglesias y la reconstrucción de la unidad visible de la una, santa y católica Iglesia».

Por tanto, cada Semana de oración por la unidad es motivo de esperanza, pues aunque es hecha por cristianos que aún estamos divididos, también es hecha por cristianos que estamos unidos por el mismo bautismo, por la misma fe proclamada en Nicea. Tales encuentros nos sensibilizan sobre la necesidad de «la oración diaria por la unidad», que «debe ocupar el primer lugar no sólo durante la Semana dedicada a ella, sino todos los días de nuestra vida. Todo cristiano, convencido de que el compromiso por la unidad es primordial en su camino hacia Cristo, y queriendo permanecer fiel a este compromiso, sabe bien que toda acción emprendida, individualmente o con los demás, necesita en sí misma la oración al Señor en común, que hace fecunda cada palabra y cada gesto, para que reciban de Él su verdadero valor y puedan hacernos progresar hacia la unidad». (san Juan Pablo II). 

P. Lázaro René de la Fe Gafas