Charlamos con el vicario regional de América (Bolivia, Paraguay, Uruguay), P. Carlos Alberto Medina. Charlamos con él de los retos del vicariato y la vida de la Orden en esta parte de América
¿Cuáles considera que son los desafíos más importantes que enfrenta la Orden carmelita en la región en la actualidad y cómo planea abordarlos?
El primer desafío que debemos de encarar, tanto el Vicariato como otras circunscripciones del Cono Sur, es el nuevo mapa que se nos ha presentado desde el centro de la Orden. Se plantea convertirnos en una Provincia del Cono Sur, pero dar ese paso de unificación implica mucho diálogo, confianza y sobre todo amor a la Orden y a la Iglesia. Tenemos en proyecto varias instancias de encuentro a nivel de Cicla así como con el Definidor para América Latina, con la intención de trazar un itinerario, como una hoja de ruta para llevar adelante este desafío. Una manera concreta de ir dando pasos en esa dirección será la de potenciar las etapas de formación en común que ya existen por ejemplo el Noviciado o Teologado.
Por otro lado, está el desafío de potenciar lo comunitario ante la permanente tentación del individualismo que nos lleva muchas veces a priorizar los proyectos personales y buscar sólo nuestros intereses particulares.
Además en el Vicariato tenemos un proyecto para el trienio que es fruto de los sucesivos congresos capitulares. Allí se pone el acento en ciertos elementos esenciales de nuestro ser Carmelitas Descalzos: la vida de oración, la vida comunitaria, los encuentros periódicos con los superiores, los retiros mensuales y anuales. Todo ello busca favorecer lo comunitario y generar mayor identidad y confianza entre los miembros del Vicariato.
Dada la importancia de atraer y formar nuevas vocaciones, ¿Cuáles son las estrategias que están implementando para involucrar a la juventud y fomentar vocaciones carmelitas en la región?
Creo que uno de los atractivos principales para los jóvenes de hoy es una vida comunitaria con un clima de verdadera fraternidad, confianza, acogida, etc. que en realidad sería simplemente el estilo llano de familia teresiana que la Santa soñó para nuestras comunidades.
Pero junto con lo anterior, lógicamente la promoción vocacional diría que es el reto número uno, tanto aquí en A. Latina como en Europa. Por eso pienso que en este sentido el desafío es crear conciencia de que todos debemos involucrarnos en esta tarea. De hecho, durante el último congreso, nos hemos propuesto armar un equipo que se encargue de manera particular de organizar e involucrar a las comunidades para trabajar por las vocaciones. Nos hace falta un impulso, una toma de conciencia real de que la promoción vocacional no es sólo un deber del que tiene ese oficio por 3 años sino que nos compete a todos. Ambas cosas van de la mano, comunidades fraternas que por sí solas son la mejor promoción vocacional, al mostrar que nuestra vida es atrayente, que contagia plenitud, que invita a ser vivida con pasión.
El vicariato de América abarca una gran diversidad cultural y social. ¿Cómo planea la orden adaptarse y responder a las realidades locales en las distintas áreas geográficas de la región?
De hecho, el Vicariato como tal ya lleva caminando más de cinco trienios y estamos iniciando el sexto. Ello para decir que, según mi percepción, hemos avanzado bastante en la integración sobre todo entre bolivianos y paraguayos… porque uruguayos… después de mucho tiempo, recién ahora hay un fraile profeso solemne. Pero en ese sentido es interesante señalar que, tanto los frailes de Paraguay como los de Bolivia, hemos hecho la experiencia de estar ejerciendo nuestro ministerio en tierras uruguayas que para ambos países significa todo un desafío por tratarse de una cultura tal vez más europea que sudamericana. Esta experiencia como Vicariato estoy seguro nos favorecerá para entrar en diálogo con los otros países que aparecen en el nuevo mapa de la Orden como posibles integrantes de la Provincia del Cono Sur: Argentina, Brasil Sur y Chile.
¿Cómo ve el papel de la innovación y la tecnología en el contexto de la misión carmelita en el vicariato de América?
El tema de la tecnología en nuestra región es otro de los grandes retos. Evidentemente es una herramienta más que necesaria en el contexto en que vivimos. De hecho, cada comunidad ya tiene su cuenta en las redes sociales, y ese espacio “virtual” está demostrando ser muy útil para comunicar e interactuar eficazmente con el mundo de hoy: en definitiva, para la evangelización. Por ello estoy más que convencido que la tecnología es un medio poderoso para anunciar el Evangelio y dar a conocer nuestra espiritualidad. Tal vez en este campo necesitamos mayor asesoramiento que nos ayude a todos los frailes a tomar conciencia de su importancia y así aprovechar todo su potencial en el ámbito pastoral.
¿Se están utilizando nuevas herramientas para la evangelización y la formación?
Sí, principalmente todo lo vinculado con los medios de comunicación. Hay que decir, que después de la pandemia la tecnología ha venido para quedarse. Aunque nos falta mucho por aprovechar mejor dicha herramienta, ya se está utilizando por ejemplo para participar o impartir cursos, charlas o retiros online. También se está utilizando dicha herramienta para la promoción vocacional, ya sea para los encuentros virtuales o para mantener contacto con los candidatos.
¿Cómo se aborda la formación de los miembros de la orden en la región? ¿Hay un énfasis particular en la profundización de la espiritualidad carmelita?
Desde el centro de la Orden se insiste mucho en la formación permanente. Hoy en día hay muchas posibilidades para la formación de los miembros de la Orden. Tal vez, en este momento a nivel del Vicariato Regional nos falten más iniciativas para animar, motivar en la formación permanente. Entre los frailes del Vicariato cabe señalar que sí aprovechamos los documentos que se publican desde el centro de la Orden para leer y reflexionar en comunidad, de hecho, lo tomamos como parte de la formación permanente. Concretamente para este trienio pensamos apoyar a los más jóvenes para que se formen y profundicen en la espiritualidad nuestra realizando algún estudio de licenciatura, etc. Sé, que nuestras hermanas carmelitas nos llevan la delantera en este ámbito, porque me consta que en el año tienen programados cursos, charlas de actualización sobre distintos temas. En el mismo sentido también nuestros hermanos seglares aprovechan todos los medios y recursos al alcance para seguir profundizando en la espiritualidad de la Orden.
¿Cómo promueve la Orden carmelita el diálogo interreligioso en el contexto diverso de América? ¿Participan activamente en iniciativas de diálogo interreligioso?
En nuestra región actualmente confieso que no estamos participando de ningún diálogo interreligioso. Sí, soy testigo que en otra ocasión había hermanos que participaban activamente en dichos encuentros, en concreto el p. Julio Félix Barco que en gloria esté. Pero la nueva generación de frailes tal vez hemos perdido conciencia de la importancia de interactuar y de participar de los encuentros interreligiosos. Tal vez hemos optado por priorizar otras cosas, pero la misma pregunta que me haces sirve de llamada a plantear el tema con los hermanos del Vicariato…
¿Cuáles son los proyectos sociales en los que la Orden está involucrada en el vicariato de América?
En América Latina, convivimos con la pobreza de mucha gente en muchos sentidos, no sólo en cuanto a la falta de alimentación, sino también por la dificultad de recibir una educación adecuada o la falta de acceso a la atención de la salud. La diferencia social está muy marcada, diría en todos los países de América Latina. Y esta realidad en la que estamos inmersos nos obliga a tener necesariamente en todas nuestras presencias, iniciativas sociales para la promoción humana como: comedores, merenderos, guarderías, roperías, catequesis en barrios carenciados, etc.
¿Cómo contribuyen al bienestar de las comunidades locales?
Creo que no se puede dar hacia afuera lo que no se vive dentro, por eso considero que el primer desafío es cuidar, motivar nuestras comunidades para que a la interna sean lugares de acogida, de encuentro, de fraternidad. Y, cuidando el ambiente comunitario ello necesariamente repercute en el bienestar de las comunidades hacia fuera. Es uno de los elementos prioritarios que queremos en este nuevo trienio: potenciar, acompañar y cuidar para que todos nos sintamos importantes en la construcción y extensión del Reino de Dios desde esta espiritualidad tan rica como es el Carmelo.
No quiero terminar sin compartir con ustedes un regalo muy grande que nos ha hecho la Orden y la Iglesia. La figura de nuestra querida hermana y Bta. María Felicia de Jesús Sacramentado-Chiquitunga. Su ejemplo y testimonio nos llenan de alegría y entusiasmo para vivir nuestra propia vocación y misión. Chiquitunga supo vivir con pasión su vocación como laica en primer lugar y más tarde como Carmelita Descalza. Le escribe a su amigo Ángel Sauá: “sin pérdida de un minuto, iniciemos la ardua pero hermosa tarea de conocer a Cristo y darlo a conocer”. Será el corazón de su apostolado “conocer a Cristo y darlo a conocer” o la otra frase que se ha vuelto muy popular “saturar de Cristo” todos los ambientes. Ella supo combinar la oración y la acción como fruto de su madurez humana y espiritual, ella deja constancia en la siguiente frase: “Yo siento que el apostolado, ya sea de oración o de acción, ésa es mi vocación”.