Un tema apasionante en la vida de Santa Teresa es situarla en el contexto humano y religioso en el que desarrolló su enorme e incomprensible actividad con una salud deficiente; ese dato constatado en su biografía se explica -creo- por una intervención extraordinaria de Jesucristo en sus múltiples quehaceres que potenciaron su capacidad de acción. Admito que son posibles otras interpretaciones para explicar el extraño fenómeno desde la ciencia, como la psicología y psiquiatría o desde el ateísmo o el agnosticismo, opciones respetables de personas sabias y, espero, que respetuosas con la propuesta de Dios como posible agente principal; de paso recuerdo que es menos creíble la interpretación “racionalista” de los escritores del siglo XIX que atribuyeron su sabiduría a una enfermedad mental. Como anécdota curiosa, recuerdo a los lectores que mi última biografía de la Santa, Mi Teresa (Burgos, EDE, 2019), se la he dedicado a los creyentes en Dios, a los ateos y a los agnósticos para que interpreten a Teresa desde las coordenadas de sus propias convicciones culturales.
1 – Las dos etapas en la vida de Teresa
La biografía de la santa abulense se desarrolló en dos etapas bastante diferentes. La primera, hasta los 40 años (1555), vivió una vida que podemos considerar como “normal”, no obstante, los sueños de infancia suspirando por el “cielo para siempre” conseguido en el martirio; o queriendo imitar la vida de los santos antiguos en sus hazañas religiosas, etc. Son suspiros del alma en los que proyecta sentimientos religiosos propios del momento histórico en que vive que recogió en su Autobiografía. Lo mismo se puede decir de su adolescencia en su vida cotidiana y en sus prácticas religiosas en el seno de su familia numerosa; y, a partir de 1537, como monja en el convento de La Encarnación en Ávila hasta el momento de sus “conversiones”.
Y la segunda, hasta su muerte (1555-1582),condicionada por experiencias “místicas” que evidencian la intervención misteriosa de Dios que conduce su vida. Intervino en su primera conversión (hacia 1555) narrada en unos textos literarios inmejorables: fue ante un “Cristo muy llagado” sobre el que descargó su “alma cansada” por los “ruines costumbres” que tenía y lamentando lo mal que “había agradecido aquellas llagas”. No obstante la dramatización de la escena, su vida posterior demostró que era sólo el principio de una nueva vida en sus relaciones con Dios y un cambio de costumbres (cf. Vida, 9, 1-3); y, sobre todo, a partir de entonces descubrió al “Cristo hombre” (ib., 6) que equilibró su afectividad desbordada.
Y, lo más importante: en torno a esa fecha, Teresa comenzó a experimentar fenómenos “sobrenaturales” como “sentimientos de presencia de Dios”, “visiones” intelectuales de Cristo, “locuciones” que oye en su interior, que cambiaron su vida sintiéndose libre de sus apegos afectivos a las personas. Todo concluyó en una nueva “conversión” que podemos retener como “definitiva” (Vida, 24, 4-8); consistió en que Cristo obró un milagro: le dio la libertad para amar sin apegos afectivos: “Ya no quiero que tengas conversación con hombres, sino con ángeles”; y se cumplió en su larga vida afectiva posterior, una prueba más de que Dios dirigía su vida.
La vida de Teresa a partir de las primeras experiencias “místicas” acompañadas de “fenómenos” como locuciones, visiones, éxtasis, etc. fue un verdadero martirio porque sus consejeros y confesores las atribuyeron al demonio (V, 23, 14 y un “corrillo” de consejeros, ib., 25, 14-15). Solamente su amiga Doña Guiomar de Ulloa, los grandes teólogossus consejeros y, sobre todo los grandes místicos santos, Pedro de Alcántara, Francisco de Borja, y Juan de Ávila, aquietaron su espíritu atribuyendo sus experiencias religiosas a Dios que conducía su vida.
2 – Las obras de Teresa realizadas por Dios en su nombre
Llegados a este punto, se puede decir que la persona de Teresa ha sido preparada por el Dios providente para las grandes obras a que le tenía destinada: ser fundadora de una nueva orden religiosa, la Reforma de los carmelitas descalzos; y, creo que para algo más importante para la cultura universal: ser escritora de unas obras inmortales no sólo valiosas por su contenido religioso, espiritual y místico, sino también como monumento de historia de la religiosidad de España en ese momento y revestidos de una prosa que admira a los literatos de todos los tiempos.
Las Obras de santa Teresa son un prodigio de sabiduría no sé si único en la literatura universal, sino también de la teología, la espiritualidad y la historia de la cultura, etc. Si son valiosos como testimonio de una lengua castellana todavía en evolución, lo es mucho más como aportación a las ciencias del saber humano como lo demuestran los infinitos estudios siempre renovados. Las descripciones del alma humana en sus relaciones con el Dios cristiano son de una variedad y riqueza de contenido que es difícil encontrar un paralelo en la historia de la mística universal. Vuelvo a la idea básica de este breve estudio: Dios condujo la vida de Teresa.
Al final de esta presentación, se impone la pregunta: este hecho ¿demuestra que Dios existe y que actúa en la vida de los seres humanos? Ciertamente confirma la fe de los creyentes en él. Además, la historia constata que han sido muchos los que han descubierto que Dios existe y actúa leyendo los escritos de santa Teresa.
P. Daniel de Pablo Maroto, ocd