«San José es el pulmón espiritual de Ávila y de nuestras vidas»

24 Ago 2025 | Actualidad

En el marco del aniversario de la primera fundación de Santa Teresa de Jesús, el monasterio de San José de Ávila acogió una celebración solemne presidida por el Superior Provincial de los Carmelitas Descalzos de la Provincia Ibérica, P. Francisco Sánchez Oreja, OCD.

Durante su homilía, el Provincial recordó con gratitud y emoción aquel 24 de agosto de 1562, cuando la Santa Madre inauguraba esta pequeña casa —su “portalito de Belén”— acompañada por amigas y bienhechores, haciendo realidad el sueño de vivir “con grandísimo encerramiento, fundadas en oración y mortificación”.

“Hoy es un día de acción de gracias a Dios por la Santa Madre Teresa, porque tuviera el coraje de fundar San José, y no referirnos solo al edificio material, sino a una nueva forma de vida en el viejo tronco del Carmelo”, subrayó el P. Provincial.

El P. Sánchez Oreja invitó a hacer memoria agradecida de los orígenes: los primeros pasos de Teresa junto a Juana Suárez, Doña Guiomar de Ulloa, su hermana Juana y su cuñado Juan de Ovalle, y los primeros nombres de las hermanas que inauguraron la vida de esta casa. Memoria que no es un simple recuerdo del pasado, sino un impulso para el presente y el futuro de la familia carmelitana.

En su homilía, evocó también la visión del infierno que marcó a Teresa y que encendió en ella la urgencia apostólica de rezar y ofrecer la vida “por librar una sola alma de tan gravísimos tormentos”. Ese ardor misionero se plasmó en el proyecto de San José: una vida intensamente cristiana, vivida en pobreza y oración, pero siempre con sentido eclesial y apostólico.

El Provincial recordó cómo Teresa, en San José, escribió algunas de sus obras más importantes —la tercera redacción del Libro de la Vida, el Camino de perfección y parte de Las Moradas—, y cómo este convento fue para ella “los más felices años de su vida”.

La celebración concluyó con una llamada a las Carmelitas Descalzas de San José, “hijas directas de Teresa”, a seguir siendo testigos fieles de la oración y de la fraternidad sencilla y evangélica que brotó de esta fundación:

“Madre Teresa, viste siempre en Nuestra Señora a la mujer perfecta, enamorada de Dios; que Ella interceda por vosotras, para que cada día sigáis dando gloria al Señor y a la Virgen María, llevando con fidelidad el hábito que Ella nos regaló”.