Afortunadamente para Antonio Ángel, el día 16, en el vuelo hasta Santa Cruz de Bolivia, le acompañó el P. Leo, que pasará dos semanas ayudando en esta comunidad nuestra. Su compañía ya habría sido grata en cualquier circunstancia, pero mucho más porque la ciudad lleva casi un mes en estado de paro general, a causa de las justas reivindicaciones de la población local frente a la pretensión del Gobierno de la nación de no actualizar el censo de la población. El caso es que ese paro supone el corte de las avenidas principales y de la mayor parte de las rutas más directas y habituales, de forma que llegar al convento fue toda una odisea y supuso tanto tiempo como el viaje desde Asunción, a pesar de que el Provincial y Leo contaron con la ayuda de un taxista de los pocos capaces de echarse a la calle en días así. Otro alivio para Antonio Ángel, y un regalazo durante este azaroso viaje, fue la lectura del libro-testimonio de nuestra hermana carmelita seglar Claudia Chávez Boada, «De la Nueva Era a la Buena Nueva». Claudia y su marido Gustavo habían acudido al aeropuerto para presentarles a Luis, el taxista antedicho. Allí les regalaron también un rápido saludo, unos entrañables abrazos, una simpática foto (los frailes demasiado formales, sin atreverse a quitarse la mascarilla) y ese impresionante libro, donde Claudia se desnuda, como buena hija de S. Teresa, para contarnos su «ruin vida y pecados», pero sobre todo al fin, para cantar las misericordias del Señor con ella y, por tanto, con su marido y sus hijos.
Y después de tanto caos en las calles, llegaron hacia las 14’30 horas al maravilloso oasis que es nuestro convento y casa de espiritualidad en esta ciudad y, mejor aún, fueron acogidos por nuestros hermanos Mons. Braulio Sáez y Eugenio Sainz de Baranda, con quienes pasaron tranquilamente el resto de la jornada. Así pues, tras comer y descansar, visitaron con detenimiento la casa y, luego, compartieron Eucaristía con Vísperas, cena y recreación. El día siguiente, jueves 17, transcurrió también tranquilamente con la comunidad, con la que Antonio Ángel tuvo un largo encuentro y diálogo entre las 10 y las 12’30. Es una gran alegría constatar que el lugar y la comunidad no son solo una gracia para la Orden, sino para toda esta archidiócesis, que cuenta con un laicado muy dinámico y, a la vez, como mucha hambre de lo que nuestra espiritualidad puede aportarles, a través de la acogida, la doctrina y la vida de estos hermanos.