Peregrinos de San Juan de la Cruz en Segovia

13 Dic 2024 | Actualidad, Sin categorizar

Hace cincuenta años que los Carmelitas decidieron dar un nuevo destino al convento de Segovia, que se encontraba viejo y ya sin apenas novicios: convertirlo en casa de espiritualidad y santuario sanjuanista. Con esa nueva orientación, se iniciaba una labor muy benéfica y que sería elogiada diez años después (1982) por el papa Juan Pablo II en su visita al convento: «Recomiendo a sus hijos los carmelitas descalzos, fieles custodios de este convento y animadores del centro de espiritualidad dedicado al Santo, la fidelidad a su doctrina y la dedicación a la dirección espiritual de las almas, así como al estudio y profundización de la teología espiritual».

A partir de entonces y con el centenario de san Juan de la Cruz (1991) empezó a notarse una mayor afluencia de visitantes y peregrinos a «estos lugares que evocan su vida terrestre y son también para todo el pueblo de Dios templos de veneración del santo, cátedra permanente desde donde sigue proclamando su mensaje de vida teologal» (Juan Pablo II, 1991).

Pero ha sido en estos últimos años, desde el centenario del nacimiento de santa Teresa (2015), cuando más se ha promovido el turismo religioso, con iniciativas como la Red Huellas de Teresa y Ruta de los Místicos, y cuando más se ha incrementado el número de peregrinos y devotos de san Juan de la Cruz que han pasado por esta casa de Segovia para celebraciones y visitas, muchas de ellas guiadas por religiosos de la comunidad.

Al margen de los incontables que van y vienen por su cuenta o simplemente como turistas, indicamos a continuación el número aproximado de peregrinos registrados en estos últimos años, a los que la comunidad de Segovia ha prestado el servicio solicitado de celebraciones y visitas junto al sepulcro de san Juan de la Cruz.

Año 2014:   9.600

Año 2015: 19.700

Año 2016: 12.200

Año 2017: 13.000

Año 2018:   8.300

Año 2019:   8.500

Año 2020:   2.600

Año 2021:   2.200

Año 2022:   9.400

Año 2023: 16.100

Año 2024: 15.400

Las cifras más bajas corresponden a los años de la pandemia (2020-2021), y las más altas, al año 2015, centenario teresiano, y al año 20023, por el flujo de asistentes a la JMJ de Lisboa. El hecho es que sumando estos tres últimos años (20022-2024) se llega a una cifra considerable: más de 40.000.

En cuanto a la procedencia, los hay venidos de todas partes, nacionales e internacionales, y de todos los continentes (surcoreanos, sobre todo), que encuentran junto al sepulcro textos y oraciones de san Juan de la Cruz en distintas lenguas, y un apartado donde a su vez depositan las suyas e incluyen peticiones y ofrendas para la eucaristía que se celebra por todos ellos el día 14 de cada mes.

Cada vez son más los que solicitan también la visita al Huerto de san Juan de la Cruz, a los tres lugares evocadores de su presencia: la cantera donde sacaba la piedra (el trabajador), la cueva donde oraba (el místico) y, en lo más alto, junto al ciprés, donde enseñaba (el maestro). Aquí tenía él su cátedra al aire libre, donde ejercía su peculiar magisterio, abierto a todos, y con sus propios versos, que salieron por fin de los muros conventuales para hacerse universales. Y aquí suelen culminar los peregrinos su visita con la recitación de sus poemas o en silencio contemplativo.

El auge de las peregrinaciones a lugares habitados por los místicos es todo un signo de los tiempos. Durante la época del catolicismo postridentino, a los buenos católicos se les conocía como católicos practicantes. Ese modelo fue sustituido, tras el concilio Vaticano II, por el cristianismo militante, centrado en la doble tarea de hacerse presente en la sociedad y en el compromiso por su transformación. Ahora, en las nuevas generaciones, se constata otro perfil: la religiosidad del peregrino y del convertido, de los que comienzan de nuevo o retornan tras una experiencia de trascendencia que sacudió su forma de vida anterior y les abrió la posibilidad de caminos que hasta entonces les parecían imposibles.

Cuando la indiferencia parecía suponer la imposibilidad práctica de la comunicación del mensaje cristiano a nuestro mundo, he aquí que Dios se muestra saliendo al paso de los hombres al margen de nuestros esfuerzos y de nuestras tareas, llamando por su cuenta a las personas desde lo hondo de su corazón, lugar donde tal vez habíamos olvidado que habita, moviéndolas desde ahí a pedirnos razón de nuestra esperanza y dándonos así razones para seguir esperando.

Salvador Ros García