En la fiesta de hoy Jesucristo es proclamado Rey y señor del universo, lo que incluye proclamarlo en este tiempo que compartimos, para cerrar las celebraciones de un año más recorrido tras sus pasos, en su compañía. Si el domingo pasado la Palabra de Dios nos dejaba vislumbrar al Hijo del hombre que vendría sobre las nubes sobre el escenario del fin del mundo que conocemos (primera lectura), hoy nos pone delante de este juicio que ya ha comenzado y continúa y que como todo lo que hace Dios es seguro y definitivo. Jesús da testimonio ante Pilato que Él es el rey y señor de todo lo creado y que ha venido, encima, a redimirlo. Es decir, es el Rey porque fue el Creador, el Hijo mismo de Dios, imagen sobre quien se que modeló este mundo; pero también es Rey porque cuando ese proyecto se estropeó por el pecado de los hombres, no nos abandonó sino que volvió en la humildad de nuestra carne para rehacer, desde dentro, todo lo que estaba mal. El Evangelio nos recordaba como Jesús mismo describe ante Poncio Pilato qué es realmente su reino y lo que nos interesa: cómo participar en él. Pilato le pregunta si es rey y Jesús le responde, para precisar, que si la pregunta viene de él o es el eco de la pregunta de otros. Para Pilato se trata solamente de una acusación, hecha en este caso por los mismos judíos ante la que no hacía falta ser un jurisconsulto para intuir la malquerencia de los dirigentes de Israel. Pero a Jesús no le interesa defenderse ni las estratagemas jurídicas, no denuncia que sea una falsa acusación sino que proclama directamente que su reino no es de este mundo, que no ha venido aquí usurpar las funciones de ningún gobernante humano ni justificarse ante ningún tribunal y hasta le da argumentos para que lo entienda. Lo único que entiende Pilato es que Jesús efectivamente es rey o cree serlo y Jesús no se lo niega. Ciertamente, confiesa, «para esto he nacido», como los reyes que se precian de serlo, y «para esto he venido al mundo» aunque define esta realeza como ser testigo de la verdad y que todo aquel que la reconozca se colocará bajo su mando, bajo su protección, se pondrá de su lado, entrará en el reino del que es origen, cabeza y final. En aquel momento, en aquel contexto, ante el representante de la autoridad de Roma Jesús se define a sí mismo como testigo de la Verdad, esa Verdad que le constituye. Su testimonio es lo más novedoso y avanzado que se ha proclamado nunca en este mundo (desde ahí, toda proclamación contraria ha sido retroceder) pues no hay nada más novedoso que lo que nunca pasa, lo Eterno, Aquél que es origen de la vida y la garantía de su sostenimiento y que está llamando a todos a ponerse a su vera, bajo su protección, a seguir sus pasos y camino, a aceptar la Verdad. Este es su reino, la Verdad, la Vida para siempre que ha entrado en nuestras vidas y que en este día confesamos y proclamamos en la Persona de Jesucristo, Rey y Señor del Universo, gracias a Dios.
Primera lectura: Daniel 7, 13-14
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Segunda lectura: Apocalipsis 1, 5-8
Jesucristo es el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.
Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: El viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa. Sí. Amén.
Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Evangelio: Juan 18, 33b-37
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
– «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó:
– «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó:
– «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó:
– «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo5 mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo:
– «Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó:
– «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»