Eufrasio Barredo Fernández nace el 8 de febrero de 1897 en Cancienes, cerca de Avilés, en esa Asturias mágica que custodia en su santa montaña a la querida Santina, la Virgen de Covadonga. Eufrasio se cría entre Tornón (Villaviciosa) y Mieres, donde hace sus estudios en el colegio de los hermanos de las escuelas cristianas (La Salle).
Descubre su vocación de carmelita descalzo y deja su tierra para vivir en la ribera navarra del Ebro, en Villafranca de Navarra, donde se encuentra el seminario menor carmelitano. Es mayor que el resto de los alumnos, pero se adapta muy bien a su nueva vida. En Villafranca estudia desde 1912 hasta 1915 en que pasa al convento de Larrea (Vizcaya). Allí, cumplidos los 18 años, toma el hábito de la Virgen del Carmen y comienza el noviciado. Profesa el 27 de julio de 1916. Recién profeso, con 19 años, sigue la formación en Marquina (Vizcaya), donde vive el año de profesorado que es como un segundo noviciado. Luego pasa a Burgos y Vitoria para estudiar filosofía. En Bilbao cursa la teología. Hace la profesión solemne la víspera de San José del año 1922.
Pocos meses después llega la ordenación sacerdotal en Santander. La fecha a recordar es el 23 de septiembre. Eufrasio tiene 25 años. Le queda terminar el cuarto curso de teología. Para ello es destinado a Calahorra (La Rioja). Concluidos los estudios, dadas sus cualidades intelectuales, es nombrado profesor en Vitoria y más tarde en Bilbao.
Llegamos a 1926, el P. Eufrasio pasa unos días en el Desierto de Hoz de Anero (Cantabria) y poco después es enviado a Polonia, concretamente a Cracovia. Sufre mucho a sus 29 años, lo expresa en versos que hablan por sí solos y más aún si leemos entre líneas: “No insistas más, pues si canto,/ se renuevan mis pesares./ Déjame callar, en tanto/ que, derretidas en llanto/ brotan mis penas a mares”.
Una vez creada la nueva Provincia de Burgos vuelve a España en 1928. Su regreso a la patria española es sin duda un merecido descanso y sosiego tras todo lo sufrido en los últimos años. Es nombrado profesor en el convento de Burgos. También dirige las revistas Monte Carmelo y Ecos del Carmelo y Praga. Poco tiempo vive en estas tierras porque al año siguiente le dan patente para Oviedo, donde ejerce como profesor, director espiritual, confesor,… hasta que en 1933 recibe el nombramiento de superior de la comunidad.
Vive con intensad el final de su existencia llevando las riendas de la casa donde junto a sus hermanos sufre las graves consecuencias del fallido golpe de estado en octubre de 1934. Muy pocos días pero muchas muertes. Muchos son asesinados por odio a la fe. La comunidad de carmelitas descalzos sufre prisión. El P. Eufrasio a sus 37 años, al saltar la tapia del convento, queda malherido y se refugia en una casa. Pasados unos días pide ir al hospital.
Es el 12 de octubre, al descubrir que es fraile lo arrancan de la cama, lo llevan al mercado viejo y allí, a eso de las 12 de la mañana, muere fusilado. Clama lo que lleva dentro y son sus últimas palabras: “Yo os perdono. ¡Viva Cristo Rey!” Su cuerpo queda en el suelo seis días hasta que la Cruz Roja lo recoge y lo lleva al crematorio de San Roque. Así termina la vida de un carmelita descalzo al que hoy podemos invocar en nuestra oración: ¡Beato Eufrasio del Niño Jesús, ruega por nosotros!