Salutación a la Virgen. Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial princesa, Virgen Sagrada María, te ofrezco en este día alma, vida y corazón; mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.
Oración inicial. Escucha, Padre Santo, la oración de tu Iglesia, y, por la intercesión de la Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, concede a cuantos celebramos el cuarto día de la novena en su honor imitar su ejemplo, perseverar en tu servicio y alcanzar un día la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
Invocaciones
ROSA DEL CARMELO, perfúmanos en el alma y en el cuerpo, para que seamos buen olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María…
ESTRELLA DEL MAR, conduce nuestra barquilla en el mar de la vida hasta que lleguemos a las playas luminosas de la patria celestial. Dios te salve, María…
REINA DEL CIELO, que un día gocemos de tu compañía en la eternidad y proclamemos contigo la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María…
(Pídase la gracia que se desea alcanzar)
Letanías
Santa María, madre de Dios y madre nuestra, ruega por nosotros.
Mujer servicial y caritativa, ruega por nosotros.
Virgen de Nazaret, ruega por nosotros.
Virgen llena de gracia, ruega por nosotros.
Portadora del Espíritu Santo, ruega por nosotros.
Sierva de la Palabra, ruega por nosotros.
Esposa de José, ruega por nosotros.
Madre de Jesús, ruega por nosotros.
Bendita entre las mujeres, ruega por nosotros.
Madre y hermosura del Carmelo, ruega por nosotros.
– Ruega por nosotros, santa Madre de Dios.
– Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración final. Virgen María, madre y hermosura del Carmelo, estrella del mar, en esta novena acudimos a ti implorando tu amparo. Madre de Dios y madre nuestra, dirige tu mirada a todos los que invocamos tu auxilio, escucha nuestras plegarias y enséñanos a servir a Jesús con corazón sincero, como hiciste tú. Madre de misericordia y refugio de los pecadores, intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Blanca flor del Carmelo, / vid en racimo,
celeste claridad, / puro prodigio
al ser, a una, / Madre de Dios y Virgen:
¡Virgen fecunda!
Señora, desde siempre, / los carmelitas
nos tenemos por hijos / de tu familia,
y confiamos / que un día nos acojas
en tu regazo.
– Ave María Purísima.
– Sin pecado concebida.