La Basílica de Santa Teresa de Ávila ha sido escenario este sábado por la tarde de un inolvidable “Concierto por un Mundo Nuevo”, una cita en la que la música se convirtió en vehículo de belleza, esperanza y fraternidad.
La orquesta Alegro de Madrid, compuesta por unos 50 jóvenes músicos, hizo vibrar el templo con un repertorio exigente y profundamente conmovedor. Con habilidad técnica, delicadeza expresiva y una contagiosa pasión, los intérpretes lograron cautivar a un público entregado desde los primeros compases.
El programa incluyó piezas del virtuoso Pablo Sarasate, cuyo genio y sensibilidad brillaron con luz propia; del siempre sorprendente Wolfgang Amadeus Mozart, cuyas composiciones combinaron frescura e ingenio; y culminó con la ejecución íntegra de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Antonín Dvořák, obra maestra del romanticismo tardío que resonó en la basílica con toda su fuerza y majestuosidad.
Más allá de la excelencia musical, el concierto fue una celebración del talento joven y del poder del arte para inspirar cambios profundos. En un mundo herido por tensiones y desafíos, la música se ofreció como un lenguaje universal que une, eleva e invita a soñar con un futuro más justo, armonioso y humano.
El éxito del concierto reafirma el papel de la cultura como herramienta para la transformación interior y social, y deja una huella de belleza y esperanza en todos los asistentes.


